SENTIR LA VOZ DE LA TIERRA.
Hay palabras que se llevan encima sin darnos cuenta, y hay frases que no se pueden borrar, y la duda se alimenta. Sentir la voz de la tierra incluso si vives lejos, es algo que no se entierra y ni te causa complejos. Hay ecos que van gritando en corazones tranquilos, y voces que van buscando cuchillos de largos filos. Cuando sentimos la tierra del lugar donde nacimos, algo en el pecho se encierra que puede ser progresismo. La mente va despertando de sus viejos compromisos, luego se nota flotando sin ser los tiempos sumisos. Vas recordando los vientos que azotaban las ventanas, y recuerdas sufrimientos de tus gentes castellanas. La tierra tiene sus ecos que llegan sin avisarnos, deben ser los grises flecos que quieren acompañarnos. Hay noches que los escuchas a esos ecos prodigiosos, que van marcando sus luchas en los momentos dichosos. Ecos de la tierra mía entre claridad sonora, que puede ser alegría sin jamás nombrar su hora. Sientes la voz de tu tierra en momentos fabulosos, no se precisa de guerra con motivos tormentosos. Dejando en paz las leyendas, que corren por los caminos, a veces notas las riendas de malditos desatinos. Cuando la noche se agita buscando nuevos amores, a veces la tierra grita al ver futuros dolores. Sentir la voz sin tapujos ni llorar ciertas cadencias, y no comentar los lujos de algunas intransigencias. Caminar con ciertos signos sin contemplar las leyendas, y no buscar desatinos ni querer perder las riendas. Castellanos del silencio, que conocen falsedades, de vez en cuando algún necio viene diciendo verdades. “Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en tus andrajos desprecias cuanto ignoras”. Antonio Machado Ruiz, Verdades que se aferran a oídos de otras gentes, en su culturan encierran el odio penitente. Envueltos en desmanes, con voces desgarradas, sin ser buenos imanes son vidas marginadas. G X Cantalapiedra.
Hay palabras que se llevan encima sin darnos cuenta, y hay frases que no se pueden borrar, y la duda se alimenta. Sentir la voz de la tierra incluso si vives lejos, es algo que no se entierra y ni te causa complejos. Hay ecos que van gritando en corazones tranquilos, y voces que van buscando cuchillos de largos filos. Cuando sentimos la tierra del lugar donde nacimos, algo en el pecho se encierra que puede ser progresismo. La mente va despertando de sus viejos compromisos, luego se nota flotando sin ser los tiempos sumisos. Vas recordando los vientos que azotaban las ventanas, y recuerdas sufrimientos de tus gentes castellanas. La tierra tiene sus ecos que llegan sin avisarnos, deben ser los grises flecos que quieren acompañarnos. Hay noches que los escuchas a esos ecos prodigiosos, que van marcando sus luchas en los momentos dichosos. Ecos de la tierra mía entre claridad sonora, que puede ser alegría sin jamás nombrar su hora. Sientes la voz de tu tierra en momentos fabulosos, no se precisa de guerra con motivos tormentosos. Dejando en paz las leyendas, que corren por los caminos, a veces notas las riendas de malditos desatinos. Cuando la noche se agita buscando nuevos amores, a veces la tierra grita al ver futuros dolores. Sentir la voz sin tapujos ni llorar ciertas cadencias, y no comentar los lujos de algunas intransigencias. Caminar con ciertos signos sin contemplar las leyendas, y no buscar desatinos ni querer perder las riendas. Castellanos del silencio, que conocen falsedades, de vez en cuando algún necio viene diciendo verdades. “Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en tus andrajos desprecias cuanto ignoras”. Antonio Machado Ruiz, Verdades que se aferran a oídos de otras gentes, en su culturan encierran el odio penitente. Envueltos en desmanes, con voces desgarradas, sin ser buenos imanes son vidas marginadas. G X Cantalapiedra.