Luis del Val.
DEMOCRATIZAR.
La Justicia ya está democratizada con las oposiciones.
El primer registrador de la propeidad que conocí en mi vida se llamaba Daniel, y era hijo de un peón caminero. Yo debía tener 9 o 10 años, y me pareció, y me sigue pareciendo, un trabajo importante. A lo largo de la vida he conocido a bastantes notarios y jueces, y por lo que me ha llegado de información, ninguno procedía de la aristocracia, ni siquiera de la alta burguesía. Carlos Lesmes es hijo de un médico y está casado con una enfermera. Baltasar Garzón es hijo de un empleado de gasolinera. Es muy difícil encontrar un juez que lleve alguno de los apellidos de la clase dirigente financiera y empresarial, porque el sueldo de juez no es envidiable para ellos. Los hijos de la burguesía acomodada, o de los poseedores de fortunas, suelen estudiar Derecho, pero no opositan, sino que se convierten en abogados, aunque luego contraten a
otros, más preparados que ellos para que les defiendan en los negocios familiares. El sueldo de juez no es para tirar cohetes. Lo habrá experimentado Baltasar Garzón, al comprobar, tras ser expulsado de la Judicatura, que muchas semanas ingresaba más dinero que trabajando todo un año como juez
Cuento mi recuerdo de Daniel -Daniel Aladrén, puestos a precisar- porque leo que el Gobierno se dispone a «democratizar la Justicia», concediendo becas. Bienvenidas sean las becas, pero la Justicia ya está democratizada, gracias a las oposiciones. En las oposiciones, al contrario que en la ‘ley Celaá’, no se tiene misericordia con los vencidos, ni preocupa que se frustren, y se frustran la mayoría. Sin embargo, las oposiciones tienen la virtud de que no se puede recomendar al examinado, que no se distingue entre hijos de ricos e hijos de pobres, y que lo que cuenta es el mérito, demostrado en el examen.
Tras aprobar el examen, y convertirse en jueces, los hay conservadores o más cercanos a la izquierda, pero eso le puede ocurrir al hijo de un médico o al hijo de un peón caminero, puesto que el mérito, sin recomendaciones y sin influencias, es lo que democratiza el acceso a la Justicia. Lo que la convierte en parcial no es la ausencia de becas sino su grosera politización a cargo de los predicadores de una democracia que no quieren practicar".
Insuperable.
DEMOCRATIZAR.
La Justicia ya está democratizada con las oposiciones.
El primer registrador de la propeidad que conocí en mi vida se llamaba Daniel, y era hijo de un peón caminero. Yo debía tener 9 o 10 años, y me pareció, y me sigue pareciendo, un trabajo importante. A lo largo de la vida he conocido a bastantes notarios y jueces, y por lo que me ha llegado de información, ninguno procedía de la aristocracia, ni siquiera de la alta burguesía. Carlos Lesmes es hijo de un médico y está casado con una enfermera. Baltasar Garzón es hijo de un empleado de gasolinera. Es muy difícil encontrar un juez que lleve alguno de los apellidos de la clase dirigente financiera y empresarial, porque el sueldo de juez no es envidiable para ellos. Los hijos de la burguesía acomodada, o de los poseedores de fortunas, suelen estudiar Derecho, pero no opositan, sino que se convierten en abogados, aunque luego contraten a
otros, más preparados que ellos para que les defiendan en los negocios familiares. El sueldo de juez no es para tirar cohetes. Lo habrá experimentado Baltasar Garzón, al comprobar, tras ser expulsado de la Judicatura, que muchas semanas ingresaba más dinero que trabajando todo un año como juez
Cuento mi recuerdo de Daniel -Daniel Aladrén, puestos a precisar- porque leo que el Gobierno se dispone a «democratizar la Justicia», concediendo becas. Bienvenidas sean las becas, pero la Justicia ya está democratizada, gracias a las oposiciones. En las oposiciones, al contrario que en la ‘ley Celaá’, no se tiene misericordia con los vencidos, ni preocupa que se frustren, y se frustran la mayoría. Sin embargo, las oposiciones tienen la virtud de que no se puede recomendar al examinado, que no se distingue entre hijos de ricos e hijos de pobres, y que lo que cuenta es el mérito, demostrado en el examen.
Tras aprobar el examen, y convertirse en jueces, los hay conservadores o más cercanos a la izquierda, pero eso le puede ocurrir al hijo de un médico o al hijo de un peón caminero, puesto que el mérito, sin recomendaciones y sin influencias, es lo que democratiza el acceso a la Justicia. Lo que la convierte en parcial no es la ausencia de becas sino su grosera politización a cargo de los predicadores de una democracia que no quieren practicar".
Insuperable.