Adios, ya marcho, chatinas,
queda pequeña la tierra
para este pedazo de
hombre
que vuela hacia otras arenas.
Porto sombrero de copa
un traje de Helenio Herrera,
cinturón de noble cuero,
camisa de fina seda,
corbata en tonos discretos,
zapato
español, de Elda, *
calcetines de hilo fino
gemelos de oro con perlas
y el verbo que Dios me ha dado,
para llamar a la puerta
del mas grande de los mundos,
donde está La Magdalena,
para ella llevo una flor
blanca, como una azucena,
saldrá a recibirme, hermosa,
las mas bella entres las bellas.
Yo bien sé que este chatín,
entre las
mujeres, deja
sensación de gran vacío,
pérdida de buena percha.
Arturo tan sólo hubo uno,
asturiano, por mas señas;
¡que Dios te acoja en su seno
Gran señor de la comedia!
Un pequeño homenaje a este gran actor de teatro, principalmente, con un romance en rima asonante EA en los versos pares y siguiendo su eterno humor de seductor seguro de sí mismo como hombre.
Descanse en paz.