En mi pueblo había una fábrica de gaseosas, cuyas botellas...

En mi pueblo había una fábrica de gaseosas, cuyas botellas eran de cristal y llevaban una bola dentro, también de cristal, que cerraba la botella a presión.
Para abrirla, se le apretaba a la bola, para que cayera. Aún recuerdo el sonete de un vendedor, que gritaba: ¡Gaseosas frescaaas; frescas y de la bola!