Así fue el caso de nuestros dos compatriotas pasaron más hambre que un chino a dieta de arroz perdido en el desierto, pero como la cuestión social estaba por entonces muy en boga y los sentimientos de la juventud en España muy a favor de la justicia que, minimizándola, adjetivaban de aquel modo, al fin volvieron fascinados por el talante distributivo que mostraban los alemanes y edificados con la austeridad que manifestaban y, llegados que fueron a casa, por muchos meses se estuvieron haciendo lenguas, conmovidos, por tan equitativo reparto sin considerar, en su juvenil entusiasmo, que aquella austeridad era impuesta.