TRASHUMANCIA EN MI PUEBLO MONTAÑÉS, "Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

TRASHUMANCIA EN MI PUEBLO MONTAÑÉS

Autora. María-Socorro Carande López
Riaño

Eran tiempos difíciles. Mi tío se había casado y tenía poco capital. El suegro le dio una vaca lechera como dote cuando se casó con su hija. Cazaban jabalíes, liebres, y lo que saliera a punto; iban a poner butrones al río par pescar truchas o barbos (entonces no había cotos, ni en el monte ni en el río), además tenían un huerto, gallinas, dos cabras y tres ovejas, pero vivían muy ajustados.

Iban a tener el primer hijo, a los nueve meses justos de casarse y vivían muy humildemente, entonces Doroteo decidió ir a Extremadura de Septiembre a Junio.

Cuando marchó con el rebaño ya tenía Luisito tres meses y cuando volvió en mayo ya había nacido María. Ya sabía la gente del pueblo cuando nacerían los hijos de Doroteo, pues más o menos sabían que de Junio a Septiembre estaba con su mujer y que su mujer de vez en cuando subía a la majada a llevarle comida. Así nacieron los cuatro primeros hijos.

Venía con el rebaño de merinas, pasaba por Madrid y en cierto lugar se encontró con una moza del pueblo, que para todos estaba sirviendo con unos Marqueses, pero la cosa era diferente, trabajaba en un bar de señoritas (de moral descuidada). Se miraron pero ninguno de los dos dijo nada.

Llegaban los rebaños y pasaban la noche en los prados y así lo abandonaban. Los pastores cenaban y desayunaban en casa del dueño de la finca. Traían unos mastines leoneses preciosos, que a los lobos le costaría mucha astucia para acercarse a una merina y los niños les tenían miedo.

Traía de Extremadura 5.000.- pts. cada año. Y en los siete años que fue a Extremadura, hizo la cuadra y la casa, en unos solares que le cedió su suegro. Nos traía piñones ya pelados y otros con cáscara, buenísimos. Nos contaba cuentos y cosas que le pasaba en las majadas.

Ya venían las merinas esquiladas y muy delgadas, pero en los puertos de la montaña de León comían mucho, había mucha hierba y cuando volvían ya no eran conocidas..

Los pastores hacían caldereta, morcillas y sopas de pan y de hígado que en la montaña se llamaba chanfaina. También cogían setas y con ellas elaboraban un guisado de setas o sopa con pan buenísimas y también tortillas, a cual mejor. Hacían una lumbre con leña y en una caldera de cobre elaboraban los guisos.

También cogían truchas de los riachuelos y las asaban a la lumbre, en el brasero.
En vez de abrirlas por el vientre las abrían por el lomo, le echaban unas piedras de sal y las asaban. Buenísimas. Igualmente asaban chorizos tiernos y no se cual de los manjares estaba mejor

Nos contaba, que la manzanilla que había por los caminos, lo trían las merinas en sus pezuñas desde Extremadura, y que tenía mejor olor que la que se criaba en tierras leonesas.

Hoy casi se perdieron todas esas costumbres, ya transportan a las merinas para ambos sitios en tren o camiones. SOLO EXISTEN DEMOSTACIONES EN ALGUNOS LUGARES. Nadie quiere ser pastor, una profesión poco remunerada.
Añoro aquellos tiempos de mi familia.