El caso más espectacular a que tuve el honor de asistir fue el de los cinco hermanos, que, "Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

El caso más espectacular a que tuve el honor de asistir fue el de los cinco hermanos, que iban saliendo uno tras otro, eliminando ellos solos a los mejores contrincantes de toda la comarca. Cuando cayó en último y el mejor de los cinco (siempre acostumbraban dejar para el final los mejores luchadores de ambos lados), salió al corro su padre, como un león a defender a sus cachorros. El prao tembló de entusiasmo y de emoción; se estremecieron las piedras, y en la multitud que presenciaba el espectáculo se cortó la respiración. También en el prao se cortó la respiración de todos los espectadores: todos estaban pendientes de aquella pareja que en medio del corro se batían como dos leones que defienden la misma presa. Aquí defendían la honrilla de su bando: aquí defendían el honor y la gloria de todos los suyos: de su valle, de su pueblo, de su comarca y de todos sus hijos. Y la gloria, la honrilla y el honor fueron en aquella memorable tarde repartida por igual por aquellos dos colosos que se batían en el césped como dos titanes, haciéndonos recordar aquellas antiguas competiciones de los gladiadores romanos ante sus emperadores y en los circos que bien pudieran ser un fiel anticipo de estos corros que al aire libre han repetido por décadas y más décadas proezas como la que ahora describimos. Aquella tarde no tuvo campeón el corro de Crémenes. Ambos contrincantes combatieron hasta quedarse sin fuerzas, ambos combatieron como dos cachorros jadeantes y furiosos, sin ceder ni un ápice de su terreno, y ambos procuraron allí sus elegantes y finas mañas con gala y maestría sin precedentes en tales lides, agradando a los espectadores que seguían emocionados y en silencio tan reñida competición. Pero ambos tuvieron que abandonar sin el laurel de la victoria. Y ambos abandonaron jadeantes y orgullosos, como gallo que no triunfa en corral ajeno, pero que no le expulsan del propio. El árbitro del aluche tuvo que dar por nula la competición cuando ya los espectadores comenzaban a impacientarse y cuando, a la luz de tenue farol y de dos linternas viejas, les era poco menos que imposible seguir todo el proceso de tan reñida contienda. Me estoy refiriendo al corro de San Juan, en Crémenes, en el año1929. El árbitro y organizador del corro era Santiago Tejerina". Fidel González Largo "Escenas Costumbristas de la Montaña Leonesa".

Una descripción muy gráfica de cómo se organizaba y desarrollaba el corro de lucha la tenemos en escritos de ámbito folklórico como éste publicado en el "Mensajero Leonés" " de Septiembre de 1903: