AQUELLA NOCHE EN BELÉN...

AQUELLA NOCHE EN BELÉN
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Y volvió. Desgarrado, dubitativo aún, pero volvió. Y aceptó su oscuro papel. Se dispuso a ser el guía, el sostén del plan, a pesar del dolor que aquello le producía.
¿Por qué él? ¿Por qué ella, tan joven, casi una niña, que aún no había vivido?
En la oscuridad, alumbrados por la luz de la luna, fueron saliendo de la población, acercándose al lugar donde descansarían aquella noche y donde permanecerían todo el día siguiente, para salir al anochecer hacia el lugar donde tendría lugar el acontecimiento, cumpliendo con lo escrito tanto tiempo atrás.
* * *
Al palacio de gobierno de Israel habían llegado confusas noticias de su llegada a Belén. No sabían quienes eran, ni su aspecto. En realidad ignoraban casi todo. Pero temían. Sus espías e informadores estaban alertados e investigaban cada rumor, cada pista, con visos o no de veracidad. No importaba. Detrás de cualquier mentira podía encontrarse algún camino que llevase al conocimiento de la verdad.
Cualquier forastero, cualquier extranjero que llegase a la zona era sospechoso. Tendieron sus redes, mintieron sobre sus intenciones, utilizaron todo el poder que les daba su posición.
Su guardia detenía a todo viajero que se acercaba por los caminos regulares y trataba de impedir el acceso de los que trataran de hacerlo campo a través.
Supieron de tres dignatarios extranjeros que habían partido de sus respectivos lugares de origen y se dirigían a Belén.
¿Tendrían relación con el acontecimiento que sospechaban que podía ocurrir y que anunciaban sus informadores? ¿Se conocían entre sí? ¿Formaban parte de aquello? Era tal el temor que les embargaba que llegaron a pensar que, por alguna razón que se les podía escapar, podrían ser los dirigentes y patrocinadores de todo. ¿Quién se podía fiar dadas las complicadas relaciones que existen entre los pueblos?