HOY Navalmoral...

HOY Navalmoral

JOSÉ MARÍA GÓMEZ DE LA TORRE
Jueves, 18 julio 2019, 17:05
Cualquiera puede decir que en el ámbito de la política cada día se encuentra más despistado. Por lo menos a mí me pasa y no creo ser el único.

Siempre me pareció poco coherente aquello de que debía gobernar la lista más votada en lugar de una coalición de perdedores, aunque también creo que la cosa debe tener ciertos límites. Me parecería normal que no gobierne un partido que ha sacado un cuarenta y cinco por ciento y lo desbanque otro que ha sacado un cuarenta, aliado con otro que ha sacado un diez. Pero me parecería un disparate que se aprestasen a gobernar cuatro partidillos que han sacado un doce por ciento cada uno desbancando al que ha sacado un cuarenta y siete.

Como ciudadano espero y deseo que quien gobierne lo haga pensado en el bienestar, si no de todos, sí de la mayoría y que la oposición sea crítica con aquellas medidas mejorables, que presente alternativas viables a las mismas, que se alcancen acuerdos transaccionales y que no se paralice la acción de gobierno

Pero en el momento actual veo que no, que quien se hace con el gobierno, aunque sea en una coalición de perdedores, lo que hace es anular las medidas tomadas por su rival político porque sí, porque ahora gobierno yo y voy a deshacer lo que has hecho tú -aunque tenga que negar lo evidente- sin importarme el coste que ello suponga. Al fin y al cabo lo van a pagar los ciudadanos. Ni siquiera me voy a plantear si lo que tú has hecho es mejorable para subsanar los defectos y fallos que tiene. No. Simplemente lo voy a anular por el mero hecho de que lo has hecho tú.

No es nuevo ni atribuible a la escasa talla política de los actuales líderes de los partidos políticos, que pueden ser muy inteligentes -hay doctorados «cum laude», profesores de universidad o quien es capaz de aprobar doce asignaturas dedicando seis meses al estudio- pero no son listos. Decía que no es nuevo: pasó hace años con una asignatura de la EGB. Me refiero a la Educación para la ciudadanía.

Esta asignatura tenía como objetivo la formación de los alumnos para que conocieran sus derechos, pero también -y muy importante- para que conocieran y asumieran sus deberes y para que desarrollasen hábitos cívicos para que fueran capaces de ejercer la ciudadanía de forma eficaz y responsable de acuerdo con nuestras leyes.

Esa educación en valores cívicos y ciudadanos posiblemente nos hubiera ahorrado amenazas contra valores fundamentales como la paz, la igualdad y los derechos humanos. Tal vez nos encontraríamos con menos 'manadas' de jóvenes violadores, adolescentes en algunos casos.

Pero se prefirió hacerla desaparecer porque 'adoctrinaba' en valores cívicos y formaba en tolerancia hacia quienes no compartían los credos religiosos o sexuales del gobierno de entonces.

En su lugar se afianzó la enseñanza de religión, que al parecer 'adoctrina' menos. Claro que no contaban con que con el tiempo en las escuelas habría que impartir el Corán o la doctrina de la Iglesia Evangelista.

Respeto al mobiliario urbano

Es una pena que se haya quitado una asignatura en la que cabía la enseñanza de la urbanidad y buenas prácticas ciudadanas, lo que en los tiempos de mi infancia se llamaba buena crianza, que fundamentalmente consiste en enseñar que las calles, los jardines, el mobiliario urbano, etc. no es de un ente extraño llamado Ayuntamiento, sino que es de todos y de cada uno de nosotros, que tenemos la obligación de cuidar y mantener limpios. Y que las papeleras son unos recipientes en los que se deben echar los residuos que generamos en vez de tirarlos al suelo.

Viene esto a cuento de la limpieza de nuestras calles.

Se han pavimentado unas calles alrededor de la antigua estación de autobuses. Pues bien, aún no se han finalizado los trabajos cuando ya se encuentra algún mojón, truño o ñordo de perro. Espero que su dueño no diría con complacencia: «queda inaugurado este pavimento» mientras el animal aliviaba su intestino.

Produce vergüenza ajena el estado en que algunos dejan los aledaños del Burguer King con recipientes vacíos de bebida o de helados, cucharillas de plástico, latas de refrescos tirados en cualquier parte, en algunos casos a un paso de papeleras o contenedores.

Lo hará gente que desea y promueve el cambio de nombre del pueblo que con su falta de urbanidad en lugar de Navalmoral de la Mata podría llamarse Guarralmoral de la M.