Aunque todos intentamos mostrar nuestra mejor cara...

Aunque todos intentamos mostrar nuestra mejor cara en estos tiempos difíciles aunque solo sea para mantener arriba el ánimo colectivo; la distancia social y el confinamiento al que nos ha obligado la pandemia ha derivado en situaciones complicadas incluso para aquellos que siempre han proyectado una imagen de absoluta perfección como la familia Obama.

Así lo acaba de reconocer en una entrevista la propia Michelle Obama, que lleva varios meses conviviendo sin apenas salir de casa junto a su marido Barack Obama y junto a sus hijas Sasha y Malia. Un encierro voluntario que no está siendo tan idílico como ellos esperaban, sobre todo pasados los primeros meses en los que pasar tanto tiempo en familia les parecía un regalo ahora que sus hijas están estudiando en la universidad.

“Al principio éramos muy organizados y pasábamos los días separados haciendo nuestro trabajo respectivo porque las niñas todavía estaban dando clase a distancia. Así que cuando terminábamos nuestras obligaciones nos juntábamos para hacer un poco de ejercicio y ya por la noches planificábamos actividades que incluían en hacer puzzles, jugar a juegos de mesa y beber algunos cócteles”, explicó la exprimera dama a través de una videoconferencia con el presentador Conan O’Brien.

“En serio, hacíamos de todo. Por ejemplo, Barack enseñó esgrima a las niñas. E incluso organizamos un día dedicado al arte en el que pintábamos acuarelas y las exponíamos por casa. Pero insisto, todo eso ocurrió durante las primeras semanas de confinamiento”, apuntó Michelle, que desveló que cuando pasó el tiempo las cosas empezaron a complicarse entre ellos y sus hijas.

“Creo que las primeras en estar hartas de estar en casa con nosotros fueron ellas. Lo cual me pareció genial porque nosotros también estábamos bastante cansados de ellas. Por suerte llegó el verano y pudimos salir para irnos al viñedo, que es donde todavía estamos. Es un lugar en el que tenemos mucho más espacio para pasear y romper esa dinámica de hacerlo todos juntos que teníamos”, afirmó.

“Pero ahora que las niñas ya han comenzado sus clases por Zoom, porque están estudiando a distancia, a vuelven a no estar muy contentas de tener que vivir con nosotros”, desveló resignada asumiendo que es algo con lo que van a tener que lidiar bastantes meses más. Lo dicho, que hasta en las mejores familias cuecen habas.