Es necesario que el cuerpo muera, para que el espíritu viva. El cuerpo no es lo que somos, sino lo que utilizamos para aprender lecciones y seguir evolucionando espiritualmente. Cuando deja de funcionar, lo dejamos y pasamos a otro plano de existencia con los cuerpos restantes que poseemos. Allí vemos a familiares y amigos que hicieron el tránsito antes que nosotros. Tras un período más o menos largo de descanso, preparamos el programa para la siguiente reencarnación.