El fin último del hombre es gozar para siempre de Dios en el cielo, Obteniendo la posesión de este deseo innato de felicidad eterna de nuestro corazón. Para esto es necesario cumplir en este mundo la voluntad de Dios, pues de esto depende la salvación o la pérdida de nuestra alma. El fin próximo y el fin remoto están unidos, no dándose el uno sin el otro.