LA MOCHILA DE VALLECAS, 11 de marzo 2004

LA MOCHILA DE VALLECAS

La principal prueba presentada en el juicio del 11-M fue la famosa mochila encontrada y posteriormente desactivada en una comisaría de Vallecas al día siguiente de los atentados de Atocha.

La doctora Carmen Baladía, la que fuera Directora del Instituto Anatómico Forense, fue llamada a declarar dentro de la causa que se sigue contra dos mandos policiales por presunto falso testimonio y presunta manipulación de pruebas en la investigación del 11-M. En dicho juicio, no hubo preguntas hacia la doctora sobre si encontraron metralla en los 191 cuerpos a los que se practicaron las autopsias. La famosa mochila contenía clavos y tornillos a modo de metralla y había dado lugar a diversas condenas.

Una vez acreditada ante un juez la ausencia de metralla en los cuerpos de las víctimas, la validez de la prueba se tambaleó.

La radiografía policial, ocultada en su día al juez Del Olmo (instructor del caso), rezaba que dicha mochila no podía estallar ya el teléfono que incorporaba no tenía la batería suficiente para garantizar la detonación, además de unos cables sueltos algo más que sospechosos. Lo que sí contenía la mochila era una tarjeta telefónica, innecesaria para hacer detonar la bomba mediante la activación de la alarma del teléfono, pero sumamente útil para conducir las investigaciones hasta la detención de los supuestos responsables de la matanza.

Según la versión oficial, la mochila procedía de la estación de El Pozo, no aparece en el listado de objetos encontrados en dicho escenario y nadie ha declarado haberla visto, ni durante su supuesto traslado a Ifema ni, finalmente, a la comisaría de Vallecas. Sólo se tiene constancia de su existencia en este último lugar, a cargo del comisario Rodolfo Ruiz, por cierto, condenado por falsificación de pruebas en el caso de la detención ilegal de dos militantes del PP por una supuesta agresión al ministro Bono.

Por todo ello, la primera teoría conspiratoria del 11-M concluye que dicha prueba era FALSA.