JAMAL ZOUGAM, 11 de marzo 2004

JAMAL ZOUGAM

Jamal Zougam fue condenado a 42.917 años de prisión por 191 asesinatos y 1.856 asesinatos en grado de tentativa, entre otros asuntos. La sentencia de la Audiencia Nacional fue confirmada por el Tribunal Supremo, que dio por probada su participación en los atentados. La cuarta teoría conspiratoria apunta a que su condena carece de sustento y se aprecian indicios de manipulación policial y falso testimonio contra el único condenado como autor material del 11-M.

De nuevo el diario El Mundo se puso en contacto con el testigo protegido denominado R-10, a quien la Policía autorizó a no acudir al juicio, pese a haber sido el primero en reconocer a Jamal Zougam. Éste negó que le mostraran fotos de Zougam, tal y como dice la sentencia. Zougam fue finalmente acusado gracias al testimonio de tres ciudadanos rumanos que aseguron haberle visto.

Según la sentencia, Zougam conoce a varios miembros de la célula que se suicida en Leganés y a la mayoría de los procesados. Pero tan sólo tres, dos de ellos absueltos, declaran haberle visto, y siempre en la tienda de Suresh Kumar comprando tarjetas y fundas de móviles. La sentencia reza a su vez que Zougam conocía a Abu Dahdah y que participó en las reuniones de la casa cerca de Morata de Tajuña. Abu Dahdah declaró que 'ni había visto a Jamal Zougam en el río Alberche ni había asistido allí nunca a reunión alguna o acontecimiento'. Para echar más leña al fuego, el indicio inculpatorio más relevante fue que Zougam 'suministró' las tarjetas de los móviles que se utilizaron. Pero no fue el condenado, sino su socio, el que compró a Shindu Enterprise el pack de tarjetas. Además, las tarjetas fueron vendidas por su empleado.

Zougam tenía en su móvil, en el momento de la detención, una de las 30 tarjetas que formaban parte del mismo pack del que procedía la que fue hallada en la mochila de Vallecas. Llama la atención que, en lugar de 'suministrarles' las tarjetas a los terroristas, éste pidió al jefe del grupo que acudiese a la tienda a comprarlas en persona e incluso le vendió una sin saldo. Además, los terroristas compraron y liberaron los móviles para los atentados en otra tienda cuando la de Zougam ofrecía el mismo servicio. Tampoco en la finca de Morata se encontró rastro alguno de él, al igual que en los pisos utilizados por el grupo o en los mensajes y llamadas analizados por la Policía. Por último, cabe preguntarse, ¿por qué Zougam es el único que no acudió al piso de Leganés donde se suicidaron y optó por quedarse en casa de su madre y seguir trabajando?