La gestión de Colau al servicio del proceso separatista...

La gestión de Colau al servicio del proceso separatista desgasta la marca de Barcelona.

Perder la Agencia del Medicamento pone en cuestión el éxito de una ciudad «modélica»

Anna Cabeza.

Barcelona.

Actualizado:

27/11/2017 04:21h.

Todavía resentida, Barcelona busca levantar cabeza tras el chasco que se llevó el pasado lunes al no conseguir la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Aunque se reconocía poco, la ciudad era consciente de que el proceso independentista pasaría factura a la candidatura, y además lo cierto es que sus fuerzas ya llegaban tocadas a la votación final por las controvertidas políticas del gobierno de Ada Colau contra el exitoso modelo de la ciudad.

«La ‘marca Barcelona’ está muerta», incidía esta misma semana José Luis Bonet, presidente de la Cámara de Comercio de España. El también máximo responsable de Freixenet reconocía que la ciudad lleva tiempo «por mal camino» y ponía todas sus esperanzas en que los resultados electorales del 21-D reactiven la situación. Las palabras del empresario no hacían más que plasmar el malestar de los sectores económicos desde que en mayo de 2015 Colau llegara a la alcaldía con la idea de imponer un nuevo «modelo de ciudad». Todo eran recelos.

Ataques al sector turístico

Con ese precepto, la gestión de la alcaldesa ha estado marcada por un incesante intento de cambiar las dinámicas de la ciudad y quitar importancia, sobre todo, al crucial sector turístico, que representa el 18% del PIB barcelonés. Políticas contra los hoteles –con veto a nuevos establecimientos o a la ampliación de los existentes– junto a un discurso contra el modelo actual, que llegó incluso a provocar una ola de ataques turísticos al sector en verano, han sido vistos como un claro desprecio al modelo que tantas glorias había traído y como un aviso a los nuevos inversores.

Tampoco ha ayudado a la «marca Barcelona» el trato que la alcaldesa ha tenido con la gestión del «top manta». Lejos de arropar a la Guardia Urbana por sus actuaciones con los vendedores ilegales, el gobierno municipal ha cuestionado en más de una ocasión los dispositivos de los agentes locales y ha dejado desamparados a los comerciantes que ven cómo los «manteros» perjudican a sus negocios. El equipo de Colau se ha puesto al lado de les vendedores ambulantes, con una actitud pasiva ante ellos. Los ejes más céntricos convertidos en «zocos» son ya una postal clásica.

Además, el gobierno en minoría –durante casi un año y medio, eso sí, con el apoyo del PSC y ahora de nuevo con tan solo 11 de los 40 ediles– ha dejado en «stand by» cualquier acción municipal y de aquí que los proyectos que necesita la ciudad estén totalmente estancados. De hecho, algo tan básico como los Presupuestos se le atragantan año tras año a la alcaldesa: este 2017 tampoco será fácil que salgan.

Sin agenda municipal

Mención especial merece la intromisión del independentismo en el día a día de la ciudad. A pesar de intentar parecer equidistante, Colau ha sido una aliada más en el proceso y ha dejado que la cuestión catalana copara la actualidad municipal. Por si esto fuera poco, la elección de la nueva sede de la EMA cayó justo en pleno conflicto catalán, un mes y medio después del referéndum ilegal. El riesgo de una independencia y salida de la Unión Europea, las constantes manifestaciones, el conflicto en la calle y la fuga de empresas han podido más que los innumerables atractivos que tiene la ciudad para acoger la agencia europea.

La oposición, por eso, no perdona a la alcaldesa que en estos tiempos turbulentos no lo haya dado todo por conseguir la EMA y no haya ni sido ni vista en Bruselas haciendo campaña por ello. «Se ha perdido una oportunidad histórica por el manifiesto desinterés de la alcaldesa. No ha hecho nada por conseguirlo», le reprocha la presidenta de Ciudadanos en el Ayuntamiento, Carina Mejías, que constata a ABC que «Barcelona ha perdido toda confianza y reputación», algo que solo podría recuperarse «con un giro total a las políticas actuales».

Alberto Fernández, que lidera el grupo municipal del PP en la Ciudad Condal, añade que «Colau ni cree en la ‘marca Barcelona’ ni en los grandes eventos» y lamenta que «sus políticas sectarias están amenazando seriamente a los pilares del crecimiento económico y social de la ciudad». También el líder municipal del PSC, Jaume Collboni, que defendió a capa y espada la EMA hasta que salió del gobierno hace dos semanas, aboga por poner de una vez por todas la ciudad por delante de los partidismos.

Mantener el Mobile Congress

Intentar pasar página al mazazo de la EMA no será fácil para Barcelona. La ciudad, sin embargo, no tiene otra cosa que hacer que levantar el ánimo y luchar por mantener las empresas que no han decidido marcharse y los proyectos, como el imponente Mobile World Congress, que siguen apostando por la capital catalana, aunque con recelos. A la alcaldesa contraria a la «marca Barcelona» le queda, como mínimo, año y medio para defenderla. Hasta que los barceloneses vuelvan a las urnas, en mayo de 2019.