Buenos días FERISA; pues sí, América Latina siempre...

¿El objetivo es poner a este país de rodillas? (2/2)
El colapso inducido de Argentina como meta geopolítica del Nuevo Orden Mundial

Adopción del dólar como moneda oficial

El panorama actual se parece mucho al de 1989, cuando la hiperinflación que signó el fin del gobierno de Raúl Alfonsín fue la antesala de la Convertibilidad, un sistema que “rescató” la economía argentina con una paridad 1 a 1 del peso argentino con el dólar. Aunque fue presentado como una “genialidad” del entonces ministro de Economía Domingo Cavallo -un integrante del Council of Foreign Relations- la Convertibilidad fue un proyecto vendido “llave en mano” por el Citibank y el Chase Manhattan al gobierno de Menem, que contuvo la inflación e inició una década de extranjerización de la economía con fuerte crecimiento del consumo interno.

El experimento terminó en la catástrofe del Corralito de 2001, pero los planes de profundizar el modelo incluían la adopción del dólar como moneda oficial. En Diciembre de 2001 un ensayo titulado “Cómo dolarizar en Argentina”, firmado por Kurt Schuler y Steve H. Hanke, afirmaba: “Las políticas que la Argentina ha seguido han llevado a su economía a un punto muerto. La incertidumbre sobre el futuro del peso se ha transformado en el obstáculo inmediato más grande para el crecimiento económico”. [5] ¿Alguna similitud con el escenario actual?

En 2018, los diarios financieros han vuelto a hablar de dolarización en Argentina. Y Steve Hanke ha vuelto al escenario. Padre de la dolarización de Ecuador y Montenegro, le recomienda a Macri la dolarización como remedio para salir de la crisis.[6] ¿Volverá el proyecto que el establishment financiero no pudo imponer después de la debacle de 2001?

La importancia del proyecto excede el contexto argentino. La necesidad imperial de mantener la hegemonía del dólar ha sido más importante que la explotación del petróleo en la historia de la última década. Hoy, con un enorme bloque emergente de países -encabezado por Rusia, China, India y otras gigantescas economías- encaminado a buscar un sustituto al dólar como moneda de referencia internacional, la dolarización de Argentina sería una conquista de alto contenido simbólico: la primera experiencia en un país de gran extensión e importancia geopolítica, y un capítulo que podría iniciar un ambicioso proceso continental.

La dolarización de tarifas de servicios públicos y de carteras financieras, y los contactos para un acuerdo directo con el Tesoro de EE. UU. ante la actual crisis, parecen pasos convergentes.

Sin embargo, las condiciones para un reemplazo del peso argentino por el dólar requeriría de parte de Argentina de un monto de reservas internacionales que país viene perdiendo aceleradamente en la actual crisis cambiaria. ¿Cómo financiar esa operación?

Cesión de territorios en canje de deuda

El debilitamiento de los estados nacionales para reforzar la supremacía del poder financiero internacional es una premisa del Nuevo Orden Mundial que se verifica en diferentes escenarios del mundo. En este contexto, la Patagonia aparece como una prenda de cambio perfecta para “rescatar” a la Argentina de otra “crisis”.

En los años turbulentos del 2001, cuando Argentina cayó en cesación de pagos, la prensa global llegó a sugerir que la Patagonia, inmensamente rica en recursos, fuera separada del resto del país para servir de mecanismo de pago de la deuda en default. Años después el profesor de Harvard Richard N. Cooper, escribió una propuesta en consonancia con el pensamiento de Anne Krueger (entonces titular del FMI] para someter a las naciones endeudadas a procesos de quiebra con el fin de que los activos sean liquidados y los ingresos resultantes distribuidos entre sus acreedores, bajo la guía de un tribunal global.[7]

La Patagonia argentina ya es un territorio internacionalizado. La compra masiva de tierras por parte de extranjeros en Argentina, que lleva décadas, había sido reglamentada en 2011 por el Congreso, disponiendo un límite del 15 por ciento de las tierras cultivables del territorio nacional, y hasta 1000 hectáreas por persona.[8] La administración colonial de Macri, por decreto, eliminó estas restricciones, y el proceso de adquisición masiva de tierras se profundizó. Ya hay extensos territorios en el sur argentino que funcionan como micro estados, con su propia red de carreteras, pistas de aterrizaje, fuerzas de seguridad y fuentes de energía, como las propiedades del magnate británico Joe Lewis. [9]

La entrega de tierras patagónicas a cambio de asientos contables que alivien la artificial deuda argentina podría efectuarse sin necesidad de una partición formal del Estado, o de una “declaración de independencia” de un grupo de colonos. El “negocio” de la Argentina podría disfrazarse mediante la cesión de tierras a ONGs o poderes privados que administren un territorio bajo la modalidad que Boaventura de Souza Santos denomina “nuevo gobierno indirecto”: el Estado se retira de la regulación social y poderosos actores no-estatales obtienen control sobre las vidas y bienestar de vastas poblaciones, la tierra, el agua potable, las semillas y los bosques. [10]

El ”negocio” para el Tesoro nacional podría ser presentado bajo la forma de la cesión de territorios diminutos. Sin embargo, siempre existirá el potencial de que sean expandidos de facto mediante la ocupación progresiva o la guerra. Hace falta señalar que, a la par de políticas de desguace y debilitamiento del Ejército argentino,[11] la administración colonial de Macri ha autorizado el ingreso de tropas extranjeras y la instalación de una base estadounidense en Neuquén, a las puertas de la Patagonia. En alianza con el Ejército británico en Malvinas, la zona aparece bajo estrecho control extranjero.[12]

Una sociedad dividida y sumida en penurias, un ejército nacional sin capacidad operativa y un proceso de infiltración de capitales y elementos militares extranjeros, parecen la antesala perfecta de eventos en los que Argentina pierda parte de su integridad territorial. Referencias oficiales no faltan: el rabino Sergio Bergman, ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, ha profetizado hace pocos meses que la Patagonia, como “tierra prometida, debe ser partida y repartida”.

Conclusiones provisorias

El diseño del colapso argentino no tiene una meta única, ni tampoco una conducción unificada. El plan tampoco tiene los resultados asegurados. Su evolución está vinculada con la evolución de otro conjunto de ofensivas en la región: el lawfare contra Lula y el resto de los líderes populares de América Latina, el cerco contra Venezuela y el despliegue militar imperialista en todo el continente, donde no se puede descartar el inicio de una guerra genealizada.[13]

Por otro lado, los resultados finales tienen que superar la prueba de fuego que ninguna conspiración puede anticipar: la reacción de la gente y las organizaciones populares, el impacto imprevisible que tiene en la historia un conjunto de eventos encadenados.

América Latina está bajo asalto. De la conciencia y movilización de sus pueblos depende la defensa de sus territorios y su libertad.

Buenos días FERISA; pues sí, América Latina siempre bajo el yugo de unos u otros.

Lástima de mundo... pero no tenemos otro.

Un abrazo, amigo.