El terrorismo de ETA, en los ojos de una niña....

El terrorismo de ETA, en los ojos de una niña.

Estela Baz novela en su primer libro sus recuerdos como hija de uno de los ingenieros supervivientes de la campaña de terror de la banda que acabó con la central de Lemóniz.

Inés Martín Rodrigo.

Lemóniz (Vizcaya)

Actualizado:

31/03/2019 00:41h.

Durante uno de los varios traslados que encadenó en su infancia, Estela Baz encontró un día una carta perdida en una de las cajas amontonadas, llenas de recuerdos. Iba dirigida a su padre. Empezó a leerla y, sin poder comprender la trascendencia de aquel mensaje, pidió explicaciones a su madre. Era una misiva de amenaza de ETA. Una de las muchas, de las muchísimas que, a lo largo de su existencia, la banda terrorista envió para sembrar el terror. En el caso de la familia de Estela, su historia estaba ligada a la central nuclear de Lemóniz (Vizcaya). Allí llegaron sus padres, procedentes de Estados Unidos, a finales de la década de los 70. Estela nació poco después, en Bilbao. Su padre, un prestigioso ingeniero, había logrado trabajo en el flamante proyecto de Iberduero. Fue entonces cuando ETA se cruzó en su camino.

Cinco asesinatos y trescientos atentados después –los cometidos por la banda entre 1979 y 1982–, los responsables de la empresa desistieron de su empeño. La central fue abandonada y, en sus alrededores, cientos de vidas quedaron marcadas para siempre, víctimas de la sinrazón del terrorismo. El padre de Estela sobrevivió, pero no para contarlo. Tras abandonar el pueblo cercano a Lemóniz en el que la familia vivía, no volvió a hablar de aquello. Su mujer, cómplice fiel en las muchas adversidades vividas en esos años, decidió acompañarlo, también, en el tupido velo que corrió al respecto. Pusieron tierra de por medio y dejaron que el tiempo, que –dicen– todo lo cura, pasara, aunque conservaron la carta. Para no olvidar, quizás. Pese a todo.