SILENCIO PARA OSCAR, Burgos

SILENCIO PARA OSCAR

II

Y las olas salpiquen
toda la sal del mundo
para un corazón de hielo
que apenas si siente frío.
Silencio.

Deberás oír y callar.
Gritaré en esta noche
de pesadas tinieblas:
“La puerta nunca,
nunca se cierra.”
Que habrá mil llaves,
miles de resquicios,
de razones, que no lamentos.

Que la puerta no se cierra,
que treparás, subirás,
bajarás las cuestas.
Incluso a ras de tierra
hay puertas subterráneas.

Siempre una mano amiga,
un abrazo tibio,
un beso dormido
y una brisa cálida.

Siempre una esperanza,
una semilla y una plegaria
cuando la nada se cierne
sobre nuestras cabezas.

Entonces has de rezar,
has de sentir el frío
y abrazarlo,
la angustia,
y pensar en las otras;
que a pesar de la sed,
del hambre, de la tristeza,
la soledad, Cristo te oye
llorar, rezar, suplicar
y por fin
cuando la tormenta pase
Dios seguirá contigo
y tu podrás decir:
“He nacido”.

Carmen García