El muñeco estaba escondido pero lo vi. ¡Ah con que ahí estás tu, piltrafilla! Pues a ver, Burgos

El muñeco estaba escondido pero lo vi. ¡Ah con que ahí estás tu, piltrafilla! Pues a ver, descúbrete. Y nada que no quería salir de su escondite. Pues majo, conmigo lo tienes clarito. O sales, o te saco.

-Que no puedo, que me he enganchado.

-Pero muñeco de trapo, ¡si no tienes cabeza! Ja, ja, ja, cómo se van a reír los contertulios de ti esta noche. No se puede ir por el mundo sin cabeza, y menos en España, con tanto espabilado en armárnosla en cuanto nos descuidamos.

Y el pobre muñeco, se quedó afligido, pues no sabía nada de si mismo. Creía que era lo normal, pues unos chavales lo construyeron y nada le dijeron a él de lo necesaria que era la cabeza.

-No te preocupes, que tratándose de un muñeco, lo mismo que te han puesto piernas, otro día te harán la cabeza los muchachos de Rabé de las Calzadas. Que cuando te vean, se van a mondar de risa.

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