Castilla fue deficitaria en medios de transporte hasta que vinieron todos juntos. El Marqués de la Ensenada, allá por el siglo XVIII intentó remediarlo con la construcción de ingeniería hidráulica más importante de aquella época, el Canal de Castilla, que nunca vio el mar por luchas internas del poder real de aquella época y por otras innovaciones técnicas que lo superaron. Por eso, porque para transportar el grano del granero de Castilla no había manera. Imagínate los carros tirados por caballos y cuánto tardarían en llegar al puerto de Santander, eso si no embarrancaban en estas zonas consideradas de alto riesgo, casi arenas movedizas... Se encomendaban a todos los santos y la frase "Libéranos Dominé " les venía que ni pintada. Y es que tras la caída del Imperio Romano, las vías que ellos crearon cayeron en desuso, que fueron verdaderas arterias de comunicación entre las distintas zonas de la meseta. De aquello nos han quedado los caminos jacobeos, por excelencia. Volviendo al tema del Canal, sin haberse terminado, sin haberse construido del todo, vino el tren y lo atropelló. En el mismo kilómetro cero donde tenía el Canal de Castilla el punto de partida, Alar del Rey, surgieron las vías ferroviarias. Así el Canal se vio relegado y se tuvo que aprovechar, con el tiempo sólo para el riego, anulando la maquinaria para lo que fue creado, la navegación.