DEFENDIENDO CON IMAGINACIÓN, Burgos

DEFENDIENDO CON IMAGINACIÓN

Se dio el caso que mi hijo era acosado en el pueblo, sin ton ni son. Que su padre se fue a trabajar a otro sitio, y que a mi hijo le gustaba pescar. Y a mi no, especialmente, pero me saqué la licencia de pesca y nos íbamos al río a pasar ratos de ocio y bienestar.
Mis hijos, en estas lides eran muy hábiles, y a mi el gusanillo, que por entonces estaba permitido, me daba un asco atroz. Y esperar a que un pez picara el anzuelo era desesperante para mi. No tengo paciencia para esas cosas. Que todo sea por alejarlo del mal entorno que disfrutábamos un día sí y otro también.

Total, que estábamos la mar de entretenidos, cada cual haciendo lo que más le gustaba. Yo leyendo en el río y mi hijo disfrutando de la pesca y alejado del mundanal ruido, cuando ya había terminado de hacer sus tareas. Todo era paz y sosiego, hasta que un montón de chavales, que se ve que le echaron en falta en la plaza, se fueron a buscarle al río. Y venga insultar, venga tirar piedras para espantar a las truchas. Hasta que dejé el libro, y tranquilamente me puse a hablar con ellos.

-Mirad, majos, aquí tengo mi móvil, y si se os ocurre volver a tirar una piedra más, llamo a la guardia civil, y no importa que os vayáis corriendo, que vivimos en el mismo pueblo, y todos nos conocemos bien. Os denuncio y listo. ¿Os queda claro, lo que os digo? No dijeron nada.

En ese mismo momento se fueron con viento fresco. Oídas mis palabras y pies para qué os quiero, se ve que pensaron todos a la vez, esta es capaz de todo. Y es que si me lo propongo soy la mar de convincente. Iba a coger mi libro, de nuevo, cuando mi hijo me dijo:

- ¡Pero mamá, si no tienes móvil!
-Pues no, pero si yo digo que lo tengo, lo tengo de verdad porque me lo creo. Y lo importante es que te creas lo que dices porque así te creerán los demás.

Menuda lección a la vera del río Urbel.