EXCURSIÓN A EXTREMADURA...

EXCURSIÓN A EXTREMADURA

Hoy día 24 de noviembre del 2008, me he levantado muy temprano. Tenía que estar en Madrid a las nueve de la mañana. He quedado con unos amigos, me estaban esperando para coger otro coche. Hemos perdido un poco de tiempo, pero ya nos encontramos por la carretera de A Coruña.

Ha pasado una hora desde que salimos de Madrid, estamos cerca de Ávila y el día está despejado, luce un sol radiante, y sus rayos se precipitan en los cristales del coche, dando una sensación de calor veraniego, aun siendo finales de noviembre.
En el coche viajamos cinco personas, pero por la algarabía que llevamos, parece que vamos diez. Los comentarios de todo lo que vamos viendo, los chistes y las anécdotas que van surgiendo, hacen que el viaje sea de lo más divertido.

Son las doce de la mañana, y hemos parado a tomar un café. El parador, es de lo más moderno que se encuentra en carretera, tiene todo lo que puedas necesitar, pero como vamos de invitados, pues no necesitamos nada. Aún así en la tienda, le echamos el vistazo a una ensaimada, que tenía muy buena pinta, porque estaba rellena de cabello de ángel, y no pudimos resistir la tentación de llevárnosla para tomarla con el café de la tarde.
Ya estamos inmersos en plena sierra de Gredos, y nos hemos encontrado con un mirador de carretera, que a sus pies, se descuelga un acantilado, dando apertura a un valle de grandes dimensiones. EL Gerte. El viento frío se descuelga de la ladera de la montaña, precipitándose sobre nosotros, obligándonos a taparnos la cabeza. A mí, no se me ve nada más que las gafas, justo lo suficiente para observar la vallaza de aquel regazo de la madre naturaleza, que con sus brazos extendidos en forma de acogimiento nos esperaba. Y a los pueblos de su entorno, hacía cohabitar en son de paz y concierto.

Son las dos de la tarde, acabamos de llegar al pueblo. El anfitrión nos está esperando. Le saludamos muy cariñosamente, y nos hace pasar a un bar, el único bar del pueblo. Cada uno pide lo que quiere, y de tapas nos ponen unos torreznos de cerdo frito. Uuuuh... Muy ricos. Nuestro anfitrión, nos invita a subir a un todo terreno, cuando estamos todos acoplados, pone el coche en marcha y... Nunca en mi vida me he visto en otra. Aquello parecía la montaña rusa, pero siempre hacia arriba, la casa estaba en la ladera de la montaña. Mirando desde abajo, parecía mentira de que íbamos a poder llegar. Pero sí, llegamos, claro que llegamos. Perros, niños, y anfitriona, salieron a recibirnos, y nos hicieron pasar a la casita de la montaña.

La anfitriona; señora agradable y cariñosa, solícita y dispuesta en todo momento, nos ha hecho una paella especial, que la vamos a regar con un vino tinto de la tierra. Por lo que todos hemos quedado, doblemente satisfechos.

Por la tarde, allá a las cinco, nos tomamos un café con leche, acompañado de la ensaimada, ¡Uh! Qué rica. Después toda la tarde la pasamos asando castañas, de allí de la sierra de Gredos.
En la cena, unas chuletitas de cordero dejaron satisfecho al paladar. Después unas partidas de Bingo, despertaron el interés por querer ganar, y al día siguiente, vuelta a casa, disfrutando del paisaje que tanto nos ofrecía.

Saludos
Estrella
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Estrella:
¡Qué bien se pasa en las excursiones, sobre todo si no conoces a dónde vas! Que todo lo ves por primera vez. Y la gente con quien vayas, también te va a dar un resultado para que un sitio cobre mucho más valor por lo vivido.
Saludos