AGUA, AGUA...

ÁRBOLES EN EL CAMINO

Siente nostalgia el Camino
cuando el año, en soledad acaba.
Sobrevuelan los pájaros sin refugio
en busca de otro paraje que les guarde.
A su paso, el hielo cincela y sella
los desnudos árboles. Talla las hierbas, las matas
y los secos cardos lucen sus mejores galas.

El viento se ha llevado el rumor de las hojas
y todavía espera al arrullo de la noche
las voces amigas, que un día recorrían la senda.
Ahora todo es silencio y un delicado manto
para adornar un pueblo sumergido en la niebla.

Los mudos árboles aguardan y no temen
que el olvido les borre sus siluetas para siempre.
Es el tiempo, ellos saben, de emprender
su peculiar viaje, en soledad, tierra adentro,
que el frío desmenuza en suaves briznas.

Mágico viaje de ida y vuelta donde la fe
les devuelve todas sus pertenencias

Carmen García

AGUA, AGUA

I

Es agua, agua,
aquella que habéis manchado
de lodo y de barbarie.
Igual que la que cuidas,
te desvela y te llena
en tu ciudad de gloria.

Agua, agua
que de una fuente a otra
comunica el deseo de viajar,
de moverse mansamente,
o sin cesar, loca de vértigo,
baja las montañas y las cuestas,
presa de ansia y de deseo
de caer en el lecho de su cauce.

Corroe la tierra hondamente,
y se adentra, subterránea agua
en el fondo de la tierra.

II

Agua, que mañana cuidarán otros,
los que detrás vengan,
como tu, tu agua,
como yo, el agua universal,
de todos codiciada.

Y será agua, agua,
para la vida y el camino
que nuestros hijos persigan.
Agua de lluvia que se filtra
en suaves remolinos de agua.

Agua de esperanza para una tierra,
que queremos, siga intacta.

III

¿Quien sabe si no el agua
cómo duele luchar contracorriente,
cómo hieres el orgullo de otros
que has mancillado
en tu intento de secuestro
de las dóciles fuentes?

¡Que su vida transcurría,
mansamente!

¡Que no las protegían
nuestras gentes!

¡Y pocas, ahora las defienden!

Sólo el hijo agradecido
de su tiempo y de su historia
que con pena vive y sufre
el secuestro no querido
de sus fuentes.

Y viva por siempre, el agua, agua.

C. García

Tardajos, 1998