MALENA...

MALENA

Malena canta el tango como ninguna
y en cada verso pone su corazón
al yuyo de suburbio su voz perfuma.
Malena tiene penas de bandoneón.
tal vez allá, en la infancia, su voz de alondra
tomo ese tono oscuro de callejón;
o acaso aquel romance que solo nombra
cuando se pone triste con el alcohol...
Malena canta el tango con voz de sombra;
Malena tiene pena de bandoneón.
Tu canción
tiene el frío del ultimo encuentro.
Tu canción
se hace amarga en la sal del recuerdo.
Yo no se
si tu voz es la flor de una pena;
solo se
que al rumor de tus tangos, Malena,
te siento más buena,
más buena que yo.
Tus tangos son criaturas abandonadas
que cruzan sobre el barro del callejón
cuando todas las puertas están cerradas
y ladran los fantasmas de la canción.
Malena canta el tango con voz quebrada;
Malena tiene pena de bandoneón.

La letra escrita por Homero Manzi, tiene dos partes separadas por un estribillo. Está referida a la manera apasionada de cantar el tango, que tiene Malena. A Manzi le impresiona el "tono oscuro" del canto de Malena, su "voz de sombra", su "voz quebrada" que la lleva a cantar "el tango como ninguna" y a identificarse de tal modo con el tango que Manzi concluye atribuyéndole la quinta esencia tanguera: "Malena tiene pena de bandoneón".

En el estribillo el poeta pasa a hablarle directamente a Malena, para decirle lo que siente al escucharla cantar. Le cuenta entonces como lo emociona esa canción fría y amarga que ella canta, hecha "en la sal del recuerdo", para terminar confesándole que frente a alguien capaz de exponer su dolor de esa manera, sólo puede sentir su bondad: "te siento más buena, más buena que yo".

Con "Malena", Homero Manzi introdujo la metáfora en el tango, influyendo en letristas como Homero Expósito y Cátulo Castillo. Manzi, a su vez, fue influenciado por el surrealismo francés, y poetas como Pablo Neruda y Federico García Lorca.

La música
Lucio Demare ha contado que:

La música de "Malena" la hice en no más de 15 minutos. Manzi me había entregado los versos unos diez días atrás. Pensé: "Esta noche va a venir Manzi y por lo menos le voy a decir como empieza el tango". Entonces me senté en un café y lo escribí de corrido, sin pulir y sin cambiar nada. Fue en el verano de 1942, en El Gran Guindado, un bar de Acevedo y Libertador, frente al Zoológico, ya lo tiraron abajo.

Buenas noches, amigos.