Por una vez estoy de acuerdo. Ese es la consecuencia...

Theresa en«La cabina»

Álvaro Martínez.

Actualizado:

12/12/2018 01:07h.

Fue una premonición. Llegaba Theresa May a la Cancillería en Berlín, a convencer a Angela Merkel de que le preste auxilio de urgencia para otro acuerdo del Brexit, y se bloqueó la puerta del coche. Que no abría y que no abría, que no podía salir. Cuando algo no está de Dios, no está de Dios... Fueron apenas unos segundos pero ese bloqueo, con Angela esperando en la puerta de la Kanzleramt, sintetizaba el angustioso y oclusivo momento político de la premier británica, hoy por hoy un cadáver político que a la desesperada intenta tomar algo de oxígeno para que el óbito no sea tan desastroso como el resultado de aquella carga de la brigada ligera en Balaclava, «por el Valle de la Muerte cabalgaron los seiscientos», llena de cantos patrióticos y, sobre todo, de derrota.

Tras suspender en el Parlamento británico la votación del acuerdo que alcanzó con los Veintisiete hace un par de semanas, May emprendió una turbo-gira de urgencia por Bruselas, La Haya y Berlín para que la Comisión, la Presidencia de turno y la otrora maquinista de la locomotora continental (hoy también casi una ilustre prejubilada) se avinieran a renegociar las condiciones de la salida de Reino Unido. Tres noes en uno, como tres soles y como era previsible. Fracaso total, modelo «ahí te las apañes, querida Theresa». Era lógico pues tras año y medio de tira y afloja, de negociaciones a cara de perro, de «queremos esto y esto», de «ni por asomo», de «pues Brexit duro», de «pues allá vosotros», de «a que no te atreves», de « ¿y la frontera de Irlanda?», de « ¡uy Irlanda!, quita quita vaya lío...», la UE no se iba a avenir a pactar unas nuevas condiciones para el adiós, sobre todo porque los socios nunca vieron bien la marcha. Hasta la Justicia británica ya le ha dicho que puede frenar el Brexit cuando quiera. Pero ¿quién se atreve tras tan formidable culebrón? ¿quién ata esa mosca por el rabo?

Ayer, encerrada en su coche, Theresa May recordaba a López Vázquez en aquella cabina de Mercero, que ni los «bomberos» de última hora la pudieron sacar de allí, atrapada en la ratonera que le dejó tendida David Cameron aquel día que Gran Bretaña aprendió -la letra con sangre entra- que los referéndum los carga el diablo cuando un pueblo no está seguro de que lo que se vota es bueno para la gran mayoría.

Álvaro Martínez.

Redactor jefe.

TRIANA. Más de la mitad de la población inglesa suspira por volver a la Comunidad Europea.

Ángel, es lo que tiene votar sin saber la que se les podía venir encima, ahora ya es tarde..........., que apechuguen con lo votado.

Un saludo.

Por una vez estoy de acuerdo. Ese es la consecuencia de no hacer una pedagogía clara de lo que puede pasar si se vota si a salir.
Por aquí también ha faltado y sin votar