No es mentira si lo crees....

No es mentira si lo crees.

La desfachatez de Iglesias leyendo la Constitución equivale a que Trump nos lea el «New York Times» para informarnos.

Rosa Belmonte.

Actualizado:

23/04/2019 04:11h.

En sus memorias, «Am I too loud?», el pianista Gerald Moore se sorprendía de los horarios españoles. También decía que, por suerte, en sus conciertos veraniegos, Victoria de los Ángeles, a la que acompañaba, imponía horarios europeos. Así, en lugar de actuar a las once de la noche lo hacían a las ocho y media. La televisión española todavía es peor. Y hasta hay que agradecer que los debates empiecen a las diez y no a la hora en que lo hacen los programas del prime time. El de ayer empezó a las diez, y cien minutos por delante de tostón. ¿Debate? Monólogos sucesivos con alguna interrupción. «Cójanse la cartera si Iglesias gobierna con Sánchez», dijo Rivera. Como Bette Davis en «Eva al desnudo» y su abróchense los cinturones. O cuando Sánchez exclamó ofendidísimo que a ver si decían alguna verdad (Casado le había restregado, entre otros, datos del paro) y Rivera le soltó: «Usted con su tesis doctoral también puede decir la verdad». Y antes del debate, dos horas de turra por parte de TVE. Qué gran error que Telecinco no haya empezado ayer u hoy sus Pantoaventuras. Íbamos a ver lo que interesa a la gente.

Lo más chistoso de la noche fue Pablo Iglesias con esa Constitución que blande como un misal. Como el primo Collins de «Orgullo y prejuicio». Leyéndonosla cada cierto tiempo. Su desfachatez es adorable. Como si Donald Trump nos leyera el «New York Times» para informarnos. Lo más increíble, que Pablo Casado no contestara a Sánchez cuando este le recriminó lo que dicen sus candidatos sobre el consentimiento y el sí es sí, el no es no y todas esas vainas. ¿Es que Casado se avergüenza de la hereje Cayetana Álvarez de Toledo? ¿Él tampoco es capaz de entender lo obvio? Por lo menos al hablar de pensiones, que es lo que prefirió en el bloque social, dejó en evidencia a Sánchez. Toda esa moderación de Casado quizá es fruto de la vehemencia de Cayetana Álvarez de Toledo. Ay, no, no vayamos a parecer agresivos, que luego dicen que no nos diferenciamos de Vox. ¿Y cuál es el resultado? Que Rivera te gana. Que Rivera habla con viveza y pasión. Que interrumpe cuando debe. Que su fogosidad tranquila está por encima del robot Sánchez, del primo Collins y del discreto Casado. Salvo en lo sobreactuado del minuto final. Pero no, que llegó el bloque de política territorial y Cataluña. Parece que Casado estaba reservándose y se crece. Pero el cambio de tono es evidente. Con Cataluña, Rivera no se queda atrás hablando a Sánchez de los indultos, de que pacta con Torra, con Rufián, con Puigdemont. «Yo quiero un Gobierno sin separatistas» (Rivera).

Pedro Sánchez se empeñaba en recordar la corrupción del PP. Eso es lo que lo llevó al Gobierno, pero ya no es el tema de estas elecciones. Casado ha pasado la mopa, como esa señora por el plató antes de empezar el debate. Se empeñaba también en las mentiras de los demás. «Llevan diez meses mintiendo las dos derechas». Cuenta el Mr. Belvedere de «Fotogramas» que en 1988 Robert Mitchum y Anthony Quinn coincidieron en TV3 para unas entrevistas. Mitchum pidió no cruzarse con Quinn en ningún momento. «Si lo veo, le rompo la cara. Aunque no explicó por qué. Carmen Calvo, además de sus asentimientos, ha estado muy preocupada por cómo se trata a su jefe. Por si alguien le rompía su cara bonita. Por la educación de los chicos. «Por nosotros no habrá ni insultos ni mentiras», había avisado. Ya. Pero como diría el George Constanza de «Seinfeld», no es mentira si tú lo crees. A las 23.14 horas, Santiago Abascal tuiteó «Encuentra las diferencias» y la foto de cuatro loros iguales.

Rosa Belmonte.

Articulista de Opinión.