Carmena a la guardería....

Carmena a la guardería.

Si Sánchez, el doctor fake, el socialista fake, el fake amigo de Rubalcaba es el futuro, ¡qué suerte ser ya cosa del pasado!

Gabriel Albiac.

Actualizado:

27/05/2019 02:13h.

Reivindica Sloterdijk, en su ensayo En el mismo barco, el tópico de Bismarck: la política como arte de lo posible. Porque pedir lo imposible es lo propio de los niños. La política es arte de adultos. No de Carmena. Adulto, Pedro Sánchez lo es. Adulto y deleznable: o sea, político. Que el más deleznable de esa especie triunfe, debería movernos a reflexión. Da un fiel retrato terminal de la política hoy. Y advierte de un crepúsculo de la democracia. De su extinción, tal vez.

Digo que es el más deleznable. No el más lerdo. Comparado con Zapatero, Sánchez sería candidato al Nobel. Deleznable -RAE: «inconsistente»-, en la medida en que Sánchez carece de entidad alguna. Y aun de identidad. Es pura adecuación a lo que le conviene. Dirá «A», si «A» le trae beneficio. Y «no A», si «no A» le es rentable. El Doctor Sánchez carece de principios y de convicciones. Todo le vale, siempre que sea para beneficio del Doctor Sánchez. En esa exacta medida radica su modernidad. Sánchez aspira a enterrar aquellos tiempos, en los que al político español le convenía revestir un discreto barniz ético. Si Sánchez, el doctor fake, el socialista fake, el fake amigo de Rubalcaba es el futuro, ¡qué suerte ser ya cosa del pasado!

No es un fenómeno español. La mutación de los partidos en agencias publicitarias ha borrado aquel principio de la presencia ciudadana en las cosas del Estado, sobre el cual nacieron las sociedades burguesas. No, ni es exacto llamar democracia a los regímenes en los que vivimos, ni es exacto llamar libertad al margen de actuación que en ellos se nos concede. Vivimos en Estados oligárquicos benévolos: esto es, en máquinas herméticamente blindadas a cualquier intervención externa, que cambiaron la brutal represión por la simpática condescendencia. Sale más barato y es más eficaz.

Tras las elecciones municipales y autonómicas de ayer -las europeas son un divertimento para dar sueldo a los amigos-, España queda sólo parcialmente en manos del clan Sánchez. Hablo, no de partido. Hablo de clan. Por elemental rigor analítico. El clan Sánchez es tanto o más enemigo del viejo PSOE cuanto lo es de todos cuantos podamos estorbar su avance. Todos, en estos días, hemos oído a no pocos de nuestros amigos o conocidos de la primera generación socialista declararse dispuestos a votar a cualquiera que no fuera candidato de Sánchez. Y candidata modélica de Sánchez era la Manuela Carmena cuyo número dos estaba llamado a ser el baloncestista Pepu: tierna alianza de infantes y adolescentes. No es «la derecha» lo que aspiran a destruir Sánchez, Podemos e independentistas: es un régimen constitucional adulto, el del 78. Todo él. Nación incluida. PSOE incluido. Sin hipótesis de alternativa.

Madrid era la clave del asalto final. Este Madrid, que Carmena hibridó entre jardín de infancia y basurero, entre utopía pueril y delincuencia consentida. Se estampó contra Madrid. Se estampó Gabilondo. Esta madrugada se enquistaba Sánchez. ¿Carmena? Carmena a la guardería..

Gabriel Albiac.

Articulista de Opinión.