Gabino «el de las quinielas»: el agricultor de 18 años...

Gabino «el de las quinielas»: el agricultor de 18 años que se hizo millonario con un dado.

El joven vallisoletano se convirtió en la persona más buscada de España en 1968 tras ganar el mayor premio repartido hasta entonces por la Quiniela.

Mónica Arrizabalaga.

Actualizado: 06/02/2021 02:21h.

Aquel 6 de febrero de 1968 la rotura de una cañería había convertido en un río la calle de Doctor Esquerdo de Madrid, Franco iba a inaugurar el aeropuerto y una barriada de quinientas viviendas en Almería y la entonces princesa Doña Sofía acababa de abandonar la clínica de Nuestra Señora de Loreto con su recién nacido primogénito, el actual Rey de España Felipe VI. Pero de lo que todo el mundo hablaba, sobre todo en Valladolid, era de Gabino Moral, un agricultor de 18 años, único acertante de los catorce resultados de las quinielas. Con un boleto de dos apuestas había ganado el premio más cuantioso repartido hasta entonces por la Quiniela, 30.207.774 pesetas (181.552 euros).

La noticia de aquel modesto muchacho trabajador del campo había corrido con simpatía y emoción por toda Valladolid y pronto por toda España. Era el tercero de los ocho hijos de una familia humilde asentada en apenas cuatro hectáreas de terreno en el pueblo vallisoletano de San Bernardo, creado a expensas del Instituto Nacional de Colonización. Según contaba ABC, Gabino era el mayor de los hijos varones, «un muchacho tímido», que aquel día se encontraba en Valladolid y luchaba «decididamente por no verse en fotografías ni en los periódicos». Aún así, le fue imposible evitar las preguntas de la prensa:

- ¿Cómo hiciste la quiniela?

-Con unos dados. Es la primera vez que se me ha ocurrido utilizar este procedimiento.

- ¿Aficionado al fútbol?

-Hasta ahora no he visto nunca un partido. Solamente por la televisión.

- ¿Has pensado qué hacer con tanto dinero?

-En este momento, lo primero que se me ocurre es comprar un piso para la hermana que tengo en Barcelona, que no puede casarse por falta de vivienda. Y, después, comprar más pisos a mis hermanos cuando lo necesiten.

- ¿Y a tus padres?

-Lo que quieran. Mi gusto sería sacarles del pueblo y que vivieran en la ciudad, pero no quieren, el pueblo "les tira mucho".

- ¿Y qué dejas para ti?

-No lo sé. Que me gustaría también vivir en la capital y visitar el pueblo con frecuencia.»

Doce años después de aquel golpe de suerte que le convirtió en millonario de la noche a la mañana, «Blanco y Negro» quiso saber qué había sido de aquel joven al que todo el mundo conocía como «Gabino, el de las quinielas». Doce boletos en toda la historia de las quinielas habían superado los 50 millones de pesetas en ese tiempo, pero era el nombre de Gabino el que se recordaba cada vez que había un solo acertante de catorce. «El fue el precursor de los millonarios», decía la periodista Soledad Alonso. Y la gente se preguntaba por cómo le había cambiado la vida al muchacho tanto dinero o si, por el contrario, había resultado al final problemático.

Gabino vivía en 1980 en Fuentesauco (Zamora) y para sorpresa del periodista continuaba dedicándose al campo. Poseía una finca, «Laguna rubia», a 10 kilómetros de la localidad. «No sé por qué se siguen acordando de mí -fue lo primero que comentó- ha habido otros muchos ganadores». Poco a poco fue salvando su timidez y contó algo de su vida. Tras dos años de noviazgo se había casado con Magdalena y habían tenido tres hijas. Durante los seis primeros años de matrimonio, vivieron en Valladolid. Él no trabajó en aquel tiempo. Esperó una buena oportunidad para gastar sus millones, que surgió con la compra de «Laguna rubia», una finca de 240 hectáreas en la que cultivaba trigo, remolacha, girasoles... y arriendaba para el paso de ganaderías. Se había gastado 6 millones de pesetas en la instalación del riego. Gabino y Magdalena decían estar contentos de su inversión. Preferían la tranquilidad del campo a la vida en Valladolid, donde tenían un piso de su propiedad.

Con los millones de las quinielas había hecho realidad su sueño de tener una finca y se había comprado un Chrysler, un Seat y el piso de Valladolid. Por lo demás, la familia Moral llevaba una vida completamente normal. Los vecinos los describían como «muy sencillos y muy buenas personas». Gabino trabajaba todo el día en el campo y al anochecer jugaba una partida y se tomaba unos chatos con los amigos del pueblo.

Seguía haciendo quinielas, repitiendo sin variar aquella combinación que difícilmente podría olvidar, pero no había vuelto a ganar ningún premio importante. No era muy aficionado al fútbol.

Al contrario que Saturnino García Pereda, el primer español que se hizo millonario con un solo boleto. Este carnicero de Santander ganó el primer catorce millonario, más un trece de doce mil duros. En total, 1.143.493 pesetas. «Yo entendía bastante de fútbol. Antes de la guerra fui cronista deportivo del "Sport Montañés" y hasta fundé un equipo de fútbol», contaba en 1968. Saturnino recordaba perfectamente la quiniela ganadora. La había rellenado pensando, sin dados ni nada.

Al hijo de Josefa Sánchez Sevillano, jugador habitual, la quiniela ganadora se la completó su madre. Habitualmente le entregaba a ella un boleto para que se lo sellara en la administración y el 11 de enero de 1997 no pudo hacerlo, así que esta pensionista del Puerto de Santa María copió los signos del anterior resguardo. La mujer, de 76 años, anó 308 millones de pesetas (1,8 millones de euros).

El mayor premio de la historia se lo llevó la peña Euroquinielas de Reus (Tarragona), un grupo profesional del 1X2 que el 2 de octubre de 2005 acertó el Pleno al Quince y se obtuvo 9.089.888 euros, más el arrastre de dos de 14 y los aciertos de 13, 12 y demás. En total, más de diez millones y medio de euros.

Pese a que actualmente ha perdido popularidad, la Quiniela ha cambiado la vida de miles de españoles desde su nacimiento oficial el 22 de septiembre de 1946. Y no sólo la de los acertantes de premios millonarios. Jorge Abizanda recordaba en el 70 aniversario de su nacimiento que este juego, administrado en sus primeros años por el Patronato de Apuestas Mutuas Deportivo-Benéficas, «contribuyó a la construcción y el equipamiento de edificios tan emblemáticos como el hospital Gregorio Marañón de Madrid» y «ayudó a financiar eventos deportivos de trascendencia internacional como el Mundial de fútbol de España 82 o los Juegos de Barcelona».