Cuando, frente a ciertas dificultades se presientan...

Cuando, frente a ciertas dificultades se presientan el desánimo o la desesperación, no han de ser considerados como enemigos sin ningún derecho a atacar. Desgraciadamente, tienen derecho a hacerlo. Hay, pues, que aceptar sus ataques sabiendo que, gracias a ellos, muchas cosas irán mejor después. Y, es cierto, después de una gran desesperación, se tienen nuevas energías. ¿De dónde vienen esas energías? Es la propia desmoralización la que las trae. Sí, por supuesto, hay que ser prudentes y vigilar que esta desmoralización no sea más fuerte, que no arrastre como un potente torrente, y acabe ahogando. Hay que aceptar el desánimo como algo inevitable, pero siempre permaneciendo vigilantes. He ahí, otro ejercicio.