Los que como tú y yo mocita recia, nos hemos criado en un pueblo pequeño que es como decir, El juez Garzón

Los que como tú y yo mocita recia, nos hemos criado en un pueblo pequeño que es como decir en el campo, la mayoría, hemos tratado con esos nobles e inteligente animales a los que llamamos burros y, algunas veces nos han sorprendido con su raciocinio superior.

Érase una vez, que un señor muy listo, ató por el pescuezo a dos especímenes con una soga no muy larga al objeto de que no se separaran mucho y fueran comisqueando por el rastrojal y él, se fue, a atender a otros animales. Luego segó alfalfa y fue haciendo montones por las corrales para que cada uno de ellos pudiera comer su parte cuando fueran en ellos recogidos. Hecho todo esto, los encerró a cada a todos en la que le correspondía, incluida la pareja de equinos a la que se le olvidó desatar.

Así las cosas, los pollinos intentaban acercarse cada uno a su montón, pero la cuerda era demasiado corta y se lo impedía a pesar de su forcejeo. Entonces se echaron una mirada inteligente el uno al otro y, sin mediar rebuzno, se acercaron los dos juntos primero a un montón y después al otro, comiéndose ambos hasta que no quedó ni una brizna.

No sé bien si esto lo he soñado, visto o leído hoy en algún periódico de los de por donde hoy estoy, probablemente el Periódico de Catalunya y quizá refiriéndose al proceder de ciertos líderes políticos muy de actualidad, más por burros que por otro cosa. Y que conste que no me refiero a ciertos gestos obscenos de un señor bigotudo cuya palabrería vana puede alcanza despropósitos más aberrantes aún, pero es el caso; que viéndoles por la teleboba, da la sensación que no hay manera de que se pongan de acuerdo ni siquiera para comer ellos, porque me parece, que los demás les importamos un pepino.

Además, sus caras agrias y su parloteo exagerado y demasiado altisonante cuando no rayando en el insulto personal, hizo exclamar el otro día a mi nieta de sólo tres años, hablando en un chapurreao entre catalán y castellano y luciendo un rictus miedoso en su carita, eso de: “Yayo, ¿por qué están tan enfadados esos señores?” Pregunta que me dejo casi turulato porque, ¿el porqué? ¿Por qué no se ponen de acuerdo como hicieron los burros de la fábula susodicha ya que, si no, lo que parece es, que lo que quieren sólo es: “ quítese usted señor que me quiero poner yo.” Y a uno de ellos, se le oyó decir con toda claridad dirigiéndose a los oponentes con los que estaba tironeando, que le arrimaran a él su montón de alfalfa. O sea..., toda una genialidad producto de un derroche de inteligencia.

Quizá es por eso, que dijo después el ex-presidente de Extremadura que: si ha podido gobernar España un señor como el que le ha levantado el dedo corazón a los que le abucheaban, que cualquiera podía hacerlo. Incluso alguno de esos cazadores furtivos que se dedican a practicar el tiro al plato contra el juez Garzón y así evitan, o intentan evitar, que se indague en ciertos más que tenebrosos pasados y oscuros presentes y que esperemos, que el que dicen que es su Dios no lo quiera, mayormente, para que no ensucien su nombre mentándolo tantas veces en vano y convirtiéndolo contra su voluntad, en cómplice aparente de sus fechorías.

Y hablando del juez Garzón, ¿no tienen ya bien claro todos los jueces de “Éste País” que, en caso de dudas, la justicia favorece al reo? ¿O es que no hay dudas? Y si las hay, ¿cómo quedará la JUSTICIA si se falla contra él?

Salud.