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mari Carmen. No te quepa la menor duda de que sacarán el tema siempre y cuando les favorezca. A quien sea. Y aunque no venga al caso, ¿qué poco recuerdan las dos pagas extras que tenemos? Pues venga, si las instituyó el dictador, que renuncien a ellas. ¡Ja, ja!

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Nuestra paga extra de verano, un «parche» de Franco para esconder la crisis
El Generalísimo impuso la extraordinaria de verano en 1947 para esconder la dramática caída de los salarios y el encarecimiento del nivel de vida, y se mantuvo con la Constitución de 1978 hasta nuestros días

Dos cosas tenemos en común los españoles de la década de los 40 y los de ahora: el importante retroceso sufrido en el nivel de vida por la caída de los salarios y la paga extra de verano. Efectivamente, si eres uno de esos afortunados que aún conserva su trabajo, debes saber que la extra que has recibido en julio no es sino la misma que impuso Franco el 15 de julio de 1947, una de las pocas medidas de la dictadura que se mantuvo durante la democracia, hasta nuestros días.

La única diferencia es que la que comenzaron a disfrutar los trabajadores de aquel primer Franquismo equivalía al sueldo de una semana de trabajo, y no un mes entero como ahora, y que hoy la recibimos en junio en vez de julio: «A todo el personal de las actividades no reglamentadas o cuya reglamentación no establezca gratificación para el 18 de Julio, Fiesta de la Exaltación del Trabajo, le será abonada el día laborable inmediatamente anterior a dicha fecha, y para solemnizar la misma, una gratificación equivalente a la retribución de una semana», rezaba el artículo 1 de la Orden firmada por el entonces ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco.
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Aquella paga extra, como tantas otras cosas de la dictadura, fue conocida durante generaciones como la «Paga del 18 de julio». Una forma más de conmemorar el golpe de Estado de Franco y el inicio de la dramática Guerra Civil española.

La «limosna» del Franquismo

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Sin embargo, esta paga conmemorativa no era sino el «parche» que se le ocurrió al Generalísimo y su ministro de Trabajo para esconder el enorme incremento del coste de la vida durante la década de 1940, que llegó a alcanzar un 550%, y una considerable caída de los salarios, que en 1947, no llegaban ni al 50% de la cuantía de 1935 en algunas provincias.

Una especie de «limosna» dentro de la represión y el control que sufrían los trabajadores de los primeros años de la dictadura para maquillar unos sueldos cada vez más bajos y unos precios cada vez más altos, triste recuerdo popular de la posguerra. «La magnitud de la caída de los salarios provocada por el primer franquismo no tuvo parangón en Europa. Llegó a poner en peligro la propia subsistencia biológica de la fuerza de trabajo, al tiempo que afectaba muy negativamente al ritmo e intensidad del trabajo fabril», aseguraba el economista Jordi Catalán en el libro «La autarquía: tiempo de hambre y de miseria».
Si tenemos en cuenta que, desde un primer momento, ya en la primavera de 1939, el Gobierno franquista estableció una jornada laboral más larga y un salario menor, estaba claro que el pueblo necesitaba una pequeña alegría para no levantar el más mínimo resquicio de protesta. Un gesto para propiciar la adhesión o al menos la satisfacción popular.
Trabajando 70 horas a la semana.

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No hay que olvidar que nada más terminar la Guerra Civil se había pasado de la semana de 40 horas a la de 48, y se habían restablecido los salarios vigentes antes del 18 de julio de 1936. Pero, de hecho, la mayoría de los trabajadores debían trabajar, durante toda la década de 1940, 10 y 11 horas diarias durante los seis días laborables de la semana, es decir, 60 o 70 horas semanales. Además, si comparamos los precios de 1950 con los de 1936, el alquiler de la vivienda se había encarecido un 100% y la alimentación un 70%. En 1945, la renta per cápita real de los españoles era un tercio de la de 1935, nivel que no logró recuperarse hasta 1954.
Tras la muerte de Franco, y durante la decisiva y difícil Transición, esta prerrogativa de la dictadura se mantuvo. Una de las pocas medidas de la dictadura que permaneció en democracia y hasta nuestros días, pero desplazada al mes de junio y aumentando su cuantía, para conmemorar la onomástica del Rey Don Juan Carlos.

Estoy un poco cansada de oirte siempre la misma cantinela.
Hay que decir todo.
Saludos Àngel.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
CLARA. Dices que hay que decirlo todo. Yo no he dicho ni pío. ¿Tú has cobrado la extra? ¡No habrás renunciado a ella!

Yo también estoy cansado de oirte decir siempre lo mismo. Coincidimos.