LACASA OLVIDADA. (segunda parte)

¿Quién se ocuparía de ella? Tal vez Paulu, la vieja criada que siempre vivió con su abuela, el jardín, sin el esplendor de otro tiempo, se veía limpio, sin maleza, las rosas y las dalias se veían lozanas.
Abrió la pesada puerta de roble, no sin cierta aprensión, su chirrido le resultó familiar. La presencia de la ausente, pareció darle la bienvenida; reorrió sus espaciosas habitaciones, de anticuados muebles, pero no obstante acogedores.
Al día siguiente, pensó, iría a ver al abogado de su abuela y presentaría una renuncia sobre la herencia, no se veía capaz de asumir la nueva situación; tampoco se sentía cómoda con el disgusto de su madre y sus tías.
Después de descansar un rato, buscó en el ropero una indumentária más cómoda un impermeable y unas viejas botas de agua, el cielo seguía amenazante. Pensó que no le vendría mal dar un paseo, a medida que se acercaba a la alberca, testigo de sus baños infantile, no dejaba de preguntarse como había podido estar tanto tiempo alejada de esos lugares, sus aguas limpias, las suaves colínas que la circundaban, el olor del espliego; todo ello despertó cosas que creía dormidas para siempre.
Puede que se pensara más despacio lo de renunciar a la herencia, no podría defraudar a la persona que había sido tan generosa con ella. Si lo pensaría más despacio.
Fin