Cobijado por el del cerro de la culebra, retando con sus canchos a la montaña, pedregoso y enfurruñao, hay un cacho de tierra llana, donde florecen margaritas y jaramagos, cardillos, ortigas y ceborronchas en veredas alfombradas de un verde igual al de su bandera, costeando las aguas entre cañaverales y retamas, el águila vigila, saltando de risco en risco, buscando carroña entre las morrás de la Morgaña, y en la cama del llano, tendido en la yerba, asfixiao y con fatiga se estiraja mi pueblo como si fuera un galgo, a la sombra del castillo. Blanco, bonito y cantarino, haciendo realidad sus cuentos de lobos en las noches oscuras, al frescor de los tamujos y las retamas, porqueros poblaban el valle, con sus chozas de jelechos y de monte cercando las parieras de los cochinos y los atajos qu'el arroyo deslinda con sus juguetones cantoneos, dando vida a su tierra húmeda, donde aparecen el perejil silvestre entre la yerba venenosa, tomillos y romeros, almaradú, jarancíos, brezos y jaras.