FALLÓ EL HOMBRE...

FALLÓ EL HOMBRE

Estamos todos consternados desde que ese suceso, tan trágico y tan terrible, saltó a los medios de comunicación y supimos que 150 vidas, 150 seres humanos, habían perdido la vida en un accidente de avión que se estrelló en los Alpes Suizos el día 24 de Marzo.
El viaje se había iniciado en el Aeropuerto del Prat de Barcelona y por tanto era de suponer que entre los pasajeros había ciudadanos españoles lo que aumentaba aún más ese dolor y esa preocupación nuestra. Y efectivamente no tardó en confirmarse que en el avión iban 50 conciudadanos nuestros que habían perdido su vida llenando de luto y de dolor a muchos familiares, amigos y conocidos, y en general a todo nuestro país.

No voy a insistir aquí en los detalles y por menores de esta tragedia porque ya bastantes imágenes y noticias tenemos a diario en los medios de comunicación prensa, radio y televisión, que yo creo que se pasan en estas casos porque al dolor no hay que darle tanta propaganda, al dolor y al sufrimiento hay que mantenerlo en silencio y en el corazón para llorarlo y soportarlo con toda intimidad y para
que solo nuestras plegarias y nuestros recuerdos puedan ir mitigando y suavizando esa tremendo e
inconmensurable sufrimiento.

Y lo más tremendo y lamentable es lo que hemos sabido hoy que todavía hace más luctuoso y deleznable el hecho porque no se ha tratado de un accidente, eso que sucede a diario en la vida ordinaria un fallo de una máquina o de un fenómeno atmosférico, hoy ha sido mucho más grave, hoy un hombre se ha quitado la vida voluntariamente pero llevándose por delante la de 149 personas más que iban tranquilas y confiadas en que la experiencia de los pilotos, su celo por la seguridad del vuelo, y su pericia les iba a hacer disfrutar de un feliz viaje.

Que esta tremenda realidad sufrida sirva de experiencia para que se tomen las medidas necesarias y que en casos como este no se vuelvan a repetir y que se pueda evitar que un desequilibrado mental
puede hacerse dueño de una situación en la que puedan quedar desprotegidos y a su merced la integridad y la vida de todos los pasajeros.

Que Dios los tenga a todos en su santa gloria, que proporcione a sus seres queridos, padres, hermanos, esposa, hijos, amigos, compañeros de trabajo y conocidos, toda la resignación y la fuerza que necesitan para ir superando ese tremendo y dolorosísimo trance y que nuestras oraciones, las de todos los seres humanos que hemos conocido este horrendo desastre, les ayuden a todos ellos a volver a encontrar cuanto antes la calma y la sosiego que todos necesitamos. Que así sea.