EL SORDILLO...

EL SORDILLO
He escrito muchas cosas de mi pueblo y de sus gentes y hoy me vais a permitir que escriba de mi progenitor M. Lara para todos los fuensanteños “Manolo el Sordillo”, que como comprenderéis para mi fue un buen hombre, un buen padre y un buen empresario.
Era mi padre un aprendiz de albañil con su hermano Miguel cuando este falleció dejando viuda y seis hijos. Al fallecimiento de su hermano mi padre con dieciocho años ascendió de categoría profesional. obligatoriamente, y de convirtió en oficial de la construcción. Durante poco tiempo porque la Guerra Civíl le cogió para el servicio militar y recién casado, con 23 años, tuvo que marchar al frente donde permaneció hasta el 39 una vez terminada aquella absurda, desgarradora y terrible contienda.
A la vuelta al la vida “normal”, se reincorporó a su oficio de albañil y le nombraron Maestro de obras del Ayuntamiento. Desde allí el ayudó en lo que pudo a sobrinos suyos hijos de su hermano Miguel, Ernesto y Manolo y de su hermana Apolonia Juan, y a otras personas que aprendieron el oficio de albañil y que se dedicaron a ejercer esta profesión
Ya en el año 1940 inició lo que para él era su sueño convertirse en empresario y montó un pequeño almacén de materiales de construcción, en los bajos del antiguo cuartel viejo, hoy edificio municipal de usos múltiples, con una superficie de unos 7 u 8 m2, donde se vendía yeso, ladrillos, tejas y cal hidráulica que era lo que existía antes del cemento. De aquí en el año 1950 se trasladó al cine de verano que había en lo que hoy es el edificio que hizo José Lázaro y que hay al lado de la farmacia. Allí ocupó un espacio de unos 10 o 12 m2 que había en la primera de las tres puertas con que contaba el cine. Y seguimos con aquel incipiente negocio, digo seguimos, porque ahí hago yo mi aparición como empleado, a mis diez años, siendo el encargado del mismo.
Aquel edificio entonces era de Pepe el Andarín, muy amigo de mi padre, en el año 1955 mi padre le compró a Pepe, por 5.000 pesetas, a plazos el solar de la casa que mi hermana y yo tenemos en el Paseo de Colón donde se trasladó el negocio con una superficie de unos 150 m2. Pasados 10 años y ante la evolución del negocio mi padre adquirió por unas 500,000 pesetas los solares de la carretera de Valdepeñas y de la Calle Jaén, con un total de unos 1500 m2 donde hemos seguido desarrollando nuestro negocio, concretamente hasta el año 2004 cuando tras mi jubilación y la imposibilidad de seguir el negocio puesto que mis hijos habían elegido otras profesiones y estaban fuera de Fuensanta lo traspasamos a Oscar Peña, nuestro empelado, que lo sigue explotando en la carretera de circunvalación.
Cuando el negocio se trasladó al Paseo de Colón mi padre empezó a fabricar piedra artificial y cañizo, y adquirió el primer camión para poder realizar sus propio transporte. Camión que explotó a medias con Manolo la Bolera hasta que mi cuñado Antonio se sacó el carnet de conducir y de convirtió en el conductor de la empresa.
Tenía como empleado principal siempre a su primo Manuel Cabrera, (malos puntos) que siempre fue el encargado de la fabricación y de los empleados que llegó a tener la empresa que fue de un máximo de 12, tres camiones y una carretilla de carga y descarga. Se fabricó posteriormente mosaico, terrazo, bovedillas y mármol, en sustitución de las pilas de lavar, fregaderos, platos ducha, escaleras y zócalos de la piedra artificial que fue el origen de la fabricación y esos productos se vendían en Fuensanta y en todos los pueblos de alrededor.
Fue un buen empresario, jamás devolvió una letra, tenía amigos comerciantes por todas partes que cuando yo me hice cargo del negocio, junto con mi hermana y mi cuñado Antonio, a la jubilación de mi padre, siempre tuvimos las puertas abiertas por todos lados porque Manuel Lara había dejado muy limpio el camino de su negocio y había demostrado su honradez y el cumplimiento puntual de todos sus compromisos empresariales.
Era mi padre, y yo como respeto a él, después de escribir de todo y de todos no podía olvidarme de él. Perdonad mi petulancia pero era para mí obligado valorar su profesionalidad en un pueblo, maravilloso, pero que solo cuenta con unos 3.000 habitantes., y donde ese negocio ha permanecido abierto la friolera de 65 años. Por algo sería.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Hola Manuel no es la primera vez que tus escritos me hacen recodar mi vida de soltera en casa de mis padre, al igual que los tuyos también tenían un negocio familiar, en este caso de alimentación, una generación la de nuestros padres muy sacrificada en su mayoría, los míos no cogieron nunca vacaciones, trabajando incluso festivos. en fin, que me encantan tus historias y espero seguir leyéndolas, un saludo.