EL BACHILLER...

EL BACHILLER

Siempre si ha dicho que era deber y obligación de los padres el procurar a sus hijos una formación intelectual, lo más completa posible, porque de esta manera tendrían más facilidades para alcanzar el éxito y el bienestar en su futuro. Y era una premisa general aquello de decir:” Quiero que mis hijos sepan más que yo para que nadie los engañe”. Esto lo pensaban y decían millones de ciudadanos que a penas si habían podido ir a la escuela. Nada más plausible que unos padres quieran lo mejor para sus hijos pero lo que sucede es que después, a lo mejor, las circunstancian vienen a echar al traste todas esas legítimas y maravillosas intenciones.

Yo recuerdo que en la escuela muchos de mis alumnos manifestaban que para que querían estudiar tanto si sus padres sin hacerlo vivían estupendamente y ahora, visto lo visto, había quizás que pensar que de una forma efectiva y práctica tal vez estos alumnos, un tanto poco estudiosos, llevasen gran parte de razón.

Ha habido unos años en nuestro país en los que lo ideal era estudiar una carrera, tener una o más titulaciones superiores y hemos llenado el mundo laboral de multitud de abogados, profesores, ingenieros, licenciados de todo tipo, que ahora que por desgracia el trabajo escasea, tienen que suspirar por un trabajo de barrendero, albañil, fontanero o camarero, que es en definitiva lo que se ofrece y se demanda. Y no quiero yo decir que no sean dignas y tengan y merezcan el máximo de los respetos todas las profesiones. Y uno ahora piensa que para qué nos han servido todos esos gastos, esos esfuerzos y esas titulaciones.

Siempre está, sin duda alguna, el hecho de que la cultura es la única forma que hace libres a los seres humanos y solo por eso merece la pena estudiar y tener una buena formación.

Claro que todo esto lo han superado los políticos con una facilidad pasmosa, ellos han encontrado la solución de ponerse los estudios y los títulos, que les venga en gana, y de esa manera, sin pasar por la universidad, exhibiendo falsos currículos, llegan a donde les venga en gana con una cara como el cemento y una impunidad que las leyes tendrían que juzgar.

Dos casos, los dos catalanes, por aquello de que según ellos los catalanes son mejores y más cultos que los andaluces: El que fue presidente de la Generalidad de Cataluña José Montilla, charnego catalán, pero andaluz de Córdoba, no tenía ni bachiller solamente estudios primarios y falseó su currículo diciendo que era Licenciado en derecho.

El ínclito residente de la Generalidad de Cataluña, el fugado Carlos Puigdemont cursó estudios para abandonó los estudios para ejercer la política por tanto es un bachiller no un filólogo, de él dicen también que es periodista pero este Sr. nunca estudió periodismo, él simplemente ha trabajado en periódicos, o en emisoras, pero sin el título de periodista.

¿Puede ser un ciudadano sin estudios Presidente de un Gobierno? Si, por supuesto que si. Pero lo que no puede nadie, menos los políticos, que tratan de captar el voto de los ciudadanos es mentir, es decir que tienen una carrera y que eso no sea cierto, porque ya empiezan engañando, y si un político nos miente hasta en su currículo, que más podemos esperar de él. Además si la cultura hace libres a las personas, sin ella, es muy difícil que un político pueda ser libre y transmitirnos la auténtica libertad.

Claro que el riesgo de tener un político inculto puede ocasionar que su gestión sea desastrosa y que haga realidad estas frases, que yo escuché de un anciano, que no son desde luego muy loables, ni muy plausibles que dicen así:

EL QUE NUNCA HA SIDO COSA Y LUEGO COSA LO HACEN, CUANDO SE PONE A HACER COSAS, ¡JESÚS QUE COSAS QUE HACE|!