SOMAÉN TE QUIERO. Segunda parte...

SOMAÉN TE QUIERO. Segunda parte

Hoy he culminado la ilusión y el objetivo principal de mi viaje a tierras sorianas, donde yo inicié mi carrera de Maestro, como propietario definitivo, hace ahora nada más y nada menos que 55 años. Reencontrarme con este pueblecito soriano llamado Somaén, con sus gentes, mis amigos y algunos de los alumnos que tuve aquí hace ya tantos años.

El pueblo es un enclave maravilloso, elevado bajo al la sombra de la peña del Buitre y bañado por las aguas del río Jalón, afluente del Ebro, con un castillo medieval convertido en hotel de 5 Estrellas, y con una colonia de inversores que han utilizado tan idílico paraje para construir impresionantes chalet de lujo, casonas de relax, que lo han convertido en un lugar preferido por turistas de Madrid, Zaragoza o Barcelona, que se han afincado allí.

Este es el Somaén de hoy, el que yo viví y disfruté en mi estancia de Maestro en los años 60 era más humilde, más auténtico, más castellano y sus gentes, sus niños mis alumnos y yo, vivíamos en el mismo entorno pero con menos lujos, con menos disfrutes materiales, pero tal vez con muchos más autenticidad y con la ilusión y el sentimiento de que nuestro esfuerzo, nuestro trabajo y el tiempo, nos darían más bienestar, más posibilidades y mejor futuro para todos.
Entonces teníamos dos escuelas unitarias, una de niños y otra de niñas, estábamos en plena carretera general Madrid, Zaragoza-Barcelona que pasaba por el pueblo, Un sacerdote, un ayuntamiento, un alcalde dos Maestros, un restaurante, una tienda, y toda una estructura municipal arropada por unos 200 vecinos que se sentían felices en su humildad, y en la tranquilidad de aquel remanso de paz. Hoy de aquello quedan los restos abandonados de las dos escuelas, la ermita de los Dolores, la Iglesia, ambas perfectamente cuidadas, treinta o cuarenta casas casi abandonadas de aquellos años sesenta, el rio Jalón que sigue bañando sus riberas y 22 habitantes empadronados.

Me han acompañado en mi visita mi amigo Jesús dueño del restaurante donde yo, comía y dormía cada día, y su hija Mari Sol con su esposo Pedro, hemos hecho un recorrido andando por todo el pueblo empezamos por el cementerio, por cierto con unas cincuenta mausoleos de un mármol granítico oscuro y muy bien rematados, perfectamente ordenados. Pasando por la entrada del Castillo-Hotel con una torre pentagonal muy característica, pasando por todos los bonitos chalet y viviendas modernas y terminando por la calle de la ermita de la Soledad y de la iglesia, de mi escuela y de las casa viejas que aún quedan, por la casa de Jesús y por el chalet de Mari Sol y Pedro y hemos terminado en el bar tomando una cerveza. Hemos coincidido allí con una señora que me saludó, que me reconoció perfectamente y que me dijo que se acordaba del día que yo me vine definitivamente de Somaén y que todo el pueblo estaba allí para despedirme a las 6 de la mañana. Vi también y saludé muy efusivamente a un alumno mío que me abrazó y se alegró mucho de verme, vino a saludarme también una Sra. que me dijo acordarse perfectamente de mi y que era una sobrina del alcalde que había en aquellos años en Somaén.
Nos despedimos y salimos ya del pueblo, con dirección a Medinaceli, donde queríamos comer y por el camino fuimos hablando de la situación actual del pueblo, En el aspecto económico el hecho de haber rehabilitado el castillo, su re conversión en hotel y las posteriores construcciones que se han llevado a cabo en el pueblo en todos estos años, han producido un avance, muy positivo, pero en el aspecto municipal y ciudadano ha habido una des estructuración casi total porque estos mini municipios han sido eliminados por el abandono de sus ciudadanos, hacia las grandes ciudades buscando salida de su precaria situación laboral y a la ausencia de unos servicios públicos y sociales
aceptables.

Llegamos a Medinaceli un precioso pueblo medieval, con su arco romano, su castillo y todo el encanto de un pueblo con casas de piedra, perfectamente conservadas y cuidadas, calles y plazas con pavimento de piedra también con losas grandes muy bien colocadas, y un aspecto de gran ciudad de otros tiempos pero que intenta cautivar el presente atrayendo a vecinos nuevos con aires, de cultura, de arte y de futuro, que ocupen disfruten y llenen de vida tanta piedra y tanto encanto.
Comimos en un asador que hay en el centro, la comida ha sido excelente, la sobremesa feliz y tranquila y la conclusión que Somaén es más rica que hace 50 años como lugar de vacaciones, como recuperación económica y como estatus social pero es más pobre como pueblo porque solo tiene unas cuantas casas casi abandonadas y muy pocos vecinos.
Pero lo que no me cabe la menor duda es que antes y ahora Somaén y los somaenenses son algo muy especial, porque como paisaje era y es algo muy singular y como pueblo, como individuos, los nacidos en Somaén son unas personas y in mejorables. Gracias Somaén.

Volvimos a Zaragoza, estuvimos visitando los pisos que Jesús, su hija y su cuñada poseen en la Avenida de Madrid, nos volvieron a invitaron a cenar, nos regalaron unos dulces típicos de Zaragoza y hasta unas nueces y unos ajos de su huerta y acordamos establecer un flujo turístico de Norte a Sur de manera que no se interrumpa esta maravilloso encuentro y ahora esperamos que sean ellos los que vengan a Estepona para poder devolverles todas sus atenciones, todos sus cuidados, todos sus desvelos, especialmente, todo su cariño y toda esa recíproca en inmensa amistad que hemos sabido conservar durante 55 años. Un millón de gracias amigos y un millón de besos, aquí os esperamos.