EN EL PRIMER AÑO DE SU JUBILACIÓN...

EN EL PRIMER AÑO DE SU JUBILACIÓN
Aquel hombre emigrante gallego, tenía en su mente hacía bastante tiempo, que volvería a su tierra gallega, para poder disfrutar de aquel ambiente de rías y costas, y así fueron el matrimonio, su esposa que era castellana, pero que le agradaba mucho en verano pisar Galicia, le acompaño a volver a sentir sobre su mente y cuerpo, lo que tantos años el hombre aquel deseaba. Fueron días intensivos recorriendo lo que tanto él había soñado, digamos que casi todo aquel contorno de ciudades y costas maravillosas, que le hicieron sentirse a gusto al matrimonio, eran sus primeras vacaciones sin problemas de trabajo, tan sólo vivir disfrutando de sus ahorros, y de esa vida de turismo en tu propia tierra. Fueron recorriendo lugares que siempre le llamaban la atención, como, Santiago, Vigo, Santa Tecla, y sin olvidarse nunca de San Andrés de Teixeiro. Lugar que tenía en mente desde hacía muchos años. Y donde conoció la niebla en verano a las seis de la tarde, sin pensar en nada raro, solo sentía esa Galicia Profunda de misterios inacabables. Donde muchas veces desde niño quería pisar para perderse en sus bosques, eran fechas cada una de tener en cuenta para el resto de su vida, serían como si fueran motivos para poder vivir sin tanta nostalgia. Hubo momentos que su corazón latía con una fuerza que le tenía preocupado, aunque por fuera se notara el hombre más feliz del mundo, que estaba alcanzando en su camino lo que muchas veces soñó en su vida de emigración forzosa, ya que se marchó siendo joven de Galicia, al ser bastantes hermanos y no contar con suficientes propiedades para poder subsistir en dicha tierra. Aquel viaje le hizo sentir y pensar cosas que tenía olvidadas, y cuando al finalizar sus vacaciones, el motor de su automóvil le puso en marcha, de nuevo la morriña de sus raíces le hicieron que sus pies temblaran, al pisar sobre la tierra donde descansaban sus antepasados. Era un decir de momento, hasta luego, pero te llevaré en mi corazón de gallego, hasta el resto de mi vida. Esos pensamientos se le quedaron gravados para siempre. Y se acoplaron en la mente de aquel hombre que ya nunca olvidaría su tierra. G X Cantalapiedra.