EL BURLADERO....

EL BURLADERO.

Bienvenidos a lo desconocido.

Es de esperar que la duración de ese túnel sea breve.

Carlos Herrera.

Actualizado: 03/01/2020 00:03h.

El gobierno que empezará a crearse formalmente la próxima semana -salvo contratiempos no esperados, pero nunca descartables del todo- estará constituido y apoyado, en buena parte, por individuos que no creen en España. El nuestro es un país de fortaleza suficientemente contrastada a lo largo de los años en los que se contabiliza su presencia como Nación y Estado, por lo que sería muy aventurado decir que está en proceso de aniquilación, pero sí puede afirmarse sin arriesgar demasiado que, en esta ocasión, quienes persiguen su desguace en la forma que lo conocemos van a manejar el poder casi a su antojo. Van a gobernar quienes quieren desmontar la Monarquía, quienes no creen en ningún tipo de consenso y quienes son partidarios de multiplicar hasta la náusea el inexistente derecho de autodeterminación. Ello, y el liberticida programa político presentado por la coalición sometida a investidura, advierten de una legislatura de alto riesgo en la que todos los ensayos que se esperan entran en el inquietante mundo de lo desconocido. La alianza apasionada de la izquierda socialista con el tardocomunismo de Podemos y la vigilancia permanente del independentismo catalán garantizan vivir en un permanente sobresalto en el que cada día nos sorprenderán con un nuevo dislate, la mayoría de ellos claramente contrarios a la Constitución del 78, que es la que desmontó una de las más dramáticas tradiciones de la política española: el frentismo. La Nación española tendrá que resistir como pueda el intento poco disimulado de la mayoría formada en torno a Pedro Sánchez de diluirla paso a paso. Las naciones, en el apasionante y brumoso Reino de lo Desconocido, serán asunto de territorios debidamente sexados por los Iceta de turno y reivindicados por formaciones con sus jefes en la cárcel castigados por golpistas sediciosos.

Hay quien asegura que la estabilidad de ese gobierno difícilmente resistirá los tirones y tensiones a los que será sometido como causa de la naturaleza de los elementos que lo conforman. Puede ser. Pero se cuidarán mucho de no perder la oportunidad que se les brinda, antes de que el mentiroso irresponsable de Sánchez vuelva a perder el sueño: por poco que dure su legislatura tendrán tiempo de dejar España como un solar. Será interesante ver cómo se las componen para encajar en el ordenamiento legal español iniciativas impropias, como la famosa mesa de gobiernos, los acuerdos que alcancen -que donde deben tomarse es en sede parlamentaria, no en mesitas de camping- y el inevitable referéndum de consolación -o no- en el que someterán los pactos a la opinión de los catalanes. Con el apoyo de la acorazada judicial que pastoreará en el Constitucional el polvoriento Conde Pumpido puede que se produzca el milagro del encaje, mediante contorsiones, de un elefante en un hula-hop, pero aún así no todo podrá ser deglutido por la legislación vigente, esa que para ser cambiada precisa de consensos que jamás alcanzarían. Es de esperar, por el bien común, el progreso, el bienestar y la convivencia de los ciudadanos de este solejar, que la duración de ese túnel desconcertante en el que nos vamos a meter -algunos, bastantes, muy alegremente- sea breve. Incluso resultaría providencial que Sánchez, embustero sin atisbo de vergüenza alguna, también haya mentido a sus socios y sus promesas sean falsas. Cuánto nos íbamos a reír.

Pero no va a ser así. La investidura de la Cabalgata dará paso a un gobierno con no demasiado margen para tomar medidas económicas de bronco alcance ya que Bruselas vigila, pero eso lo compensarán con ocurrencias muy radicales, propias de la extrema izquierda, y con constantes cesiones a sus mantenedores para poder sacar adelante los diversos proyectos que tengan en cartera. Aunque esa misma debilidad pueda ser coartada para no cumplir sus promesas, cuando Sánchez se vea fuerte volverá a las urnas. Entretanto, sean bienvenidos a lo desconocido.

Carlos Herrera.

Articulista de Opinión.

R. 3º.