El astrolabio.
Por Bieito Rubido.
Bieito Rubido.
El 28 ene, 2020.
Tuvo que ser Steve Tientcheu, un actor francés de origen africano, el que sin ningún reparo lanzase un «viva España», el país en el que tan gratamente se encontraba en la noche del sábado, dentro de la gala de los Goya. A los franceses, como a la inmensa mayoría de los ciudadanos, les parece normal querer a su país, al lugar donde nacieron, a la Historia que construyeron sus padres. A los representantes del cine español, que cada año registran peores cifras de taquilla, les mueve más el autoodio. Odiar a su tierra y a su gente, y despreciar a la mitad del público, al que año tras año afrentan de manera tan gratuita, innecesaria como estúpida. El talento no tiene patria. Es del mundo entero. Pero los españoles que se dedican a ese maravilloso arte de fabricar sueños podrían plantearse ya de una vez por todas comenzar a ser más amables con sus espectadores y dejar ese injusto desdén con el que nos zahieren cada enero. España ha hecho a Almodóvar, Banderas, Amenábar y Bardem. Nada peor que la ingratitud. Por eso reconforta que el bueno de Tientcheu encontrase esa espontánea pulsión de exclamar «viva España». Nadie más se atrevería a semejante osadía.
Por Bieito Rubido.
Bieito Rubido.
El 28 ene, 2020.
Tuvo que ser Steve Tientcheu, un actor francés de origen africano, el que sin ningún reparo lanzase un «viva España», el país en el que tan gratamente se encontraba en la noche del sábado, dentro de la gala de los Goya. A los franceses, como a la inmensa mayoría de los ciudadanos, les parece normal querer a su país, al lugar donde nacieron, a la Historia que construyeron sus padres. A los representantes del cine español, que cada año registran peores cifras de taquilla, les mueve más el autoodio. Odiar a su tierra y a su gente, y despreciar a la mitad del público, al que año tras año afrentan de manera tan gratuita, innecesaria como estúpida. El talento no tiene patria. Es del mundo entero. Pero los españoles que se dedican a ese maravilloso arte de fabricar sueños podrían plantearse ya de una vez por todas comenzar a ser más amables con sus espectadores y dejar ese injusto desdén con el que nos zahieren cada enero. España ha hecho a Almodóvar, Banderas, Amenábar y Bardem. Nada peor que la ingratitud. Por eso reconforta que el bueno de Tientcheu encontrase esa espontánea pulsión de exclamar «viva España». Nadie más se atrevería a semejante osadía.