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El Paìs

ECONOMÍA
LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
España gana protagonismo en la batalla europea
La propuesta española obtiene una acogida favorable en Europa tras una intensa ofensiva diplomática de La Moncloa

ANTONIO MAQUEDA
Madrid - 23 ABR 2020 - 08:31 CEST
España ha logrado un impacto inusitado con su receta para sobreponerse en Europa a la sacudida del virus. La propuesta de crear un fondo de reconstrucción con hasta 1,5 billones de euros para distribuirlo en transferencias entre los países más afectados ha sido bien acogida. Más allá del detalle, la iniciativa permite alejar —por ahora— la disyuntiva envenenada entre mutualizar deuda o programas de rescate. Al esfuerzo para afinar el plan se le ha sumado una intensa labor diplomática que la ha situado en el centro del debate. El presidente Pedro Sánchez, la vicepresidenta Nadia Calviño y la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, han multiplicado sus contactos en las últimas horas para abonar el terreno.

Las soluciones que prosperan en la UE rara vez calcan la propuesta aislada de un país. Aun así, ciertas iniciativas nacionales logran condicionar decisivamente la respuesta europea. Esa ha sido la ambición española en esta coyuntura tan excepcional. Pese a ser la cuarta economía del euro, España ha evitado en demasiadas ocasiones tomar la iniciativa para orientar las grandes decisiones de la UE. Con la pandemia del coronavirus golpeando de manera implacable al país, el Ejecutivo español ha querido dar un paso al frente y construir una propuesta en solitario, aunque tras una nutrida ronda de consultas para tantear las aguas en otras capitales y de manera destacada en Bruselas. Esa ofensiva ha propiciado una reacción mejor de lo esperado. Un artículo de opinión en el influyente Financial Times ha definido esta semana el documento como “la mejor de las muchas ideas que han emergido”.

El empuje decisivo se produjo a partir del fin de semana. Fue entonces cuando Pedro Sánchez presentó telemáticamente el plan —coordinado desde La Moncloa en estrecha cooperación con Economía y con aportaciones decisivas de Exteriores y Transición Ecológica— a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. El domingo se envió a todos los Estados miembros y en lo que va de semana el presidente lo ha discutido con los principales líderes europeos. La ocasión más propicia fue el lunes, en una conferencia en la que Sánchez se unió a los dos presidentes europeos y a los líderes de los otros cuatro grandes países (la alemana Angela Merkel, el francés Emmanuel Macron, el italiano Giuseppe Conte y el holandés Mark Rutte), explican fuentes gubernamentales.

El primer ministro holandés es el más reticente a cualquier marco que se aleje de la fórmula de un rescate con condiciones estrictas para los países que necesiten ayuda, un modelo que recuerda peligrosamente a las soluciones arbitradas en la Gran Recesión. Pese a todo, el Gobierno español ve vías de persuasión. “Sabemos que el peso para mover a Holanda de su posición lo tiene Alemania. Y nuestra sensación es que ahora la narrativa ha cambiado. Ya no son los PIG [la denominación despectiva que se le dio a los países con dificultades en 2008] los que están a la defensiva, sino Holanda. Y hay intelectuales que cuestionan ese enfoque meramente contable de la UE”, argumentan fuentes diplomáticas, que vaticinan un giro en la principal economía europea: “Alemania ahora comprende todo esto y busca un esquema en el que quepamos todos”.

Papel constructivo
Sin entrar en el fondo de las conversaciones, fuentes diplomáticas alemanas elogian “el papel constructivo que, con su propuesta, España desempeña en el debate”. Ese es el mensaje que el secretario de Estado alemán para la UE, Michael Roth, transmitió el lunes a su homólogo español, Juan González Barba, que el mismo día se reunió también con el responsable para la UE en el Gobierno italiano, Enzo Amendola. Su reacción fue positiva ante la propuesta española, aunque Italia sigue defendiendo “una mayor ambición” para llegar a la mutualización de deuda, según fuentes diplomáticas italianas.

El Gobierno es consciente de que pactar un marco aceptable para todos probablemente requiera más reuniones extraordinarias de los líderes. También intuye que la solución no colmará todas las expectativas españolas. Pero la idea de un fondo asociado al presupuesto europeo que proporcione transferencias a los Estados más lastrados por el virus allana el camino en una dirección hasta ahora inexplorada. “El papel se ha hecho para generar debate, pero el objetivo último es la mutualización de la deuda”, explican fuentes de Economía.

Según fuentes gubernamentales, el mérito de la propuesta radica en que entró cuando las posiciones estaban enquistadas entre una Italia que buscaba la mutualización de la deuda y una Holanda que quería que los países que recibiesen ayuda se sometiesen a un rescate. Esta solución propone solo una mutualización puntual de la salida de la crisis con proyectos de inversión europeos. Además, hasta el momento en que irrumpió la propuesta española se hablaba sobre todo de deuda a diez años y una cantidad entre 200.000 y 300.000 millones. Ahora, aprovechando que Christine Lagarde, presidenta del BCE, propuso una cantidad suficiente para contrarrestar la brutal caída del PIB, del orden del billón de euros, España ha empujado para que la cifra sea superior. Quizás no se consiga deuda perpetua. Y tampoco que haya mucho en transferencias. Pero con que la deuda sea a 40 o 50 años con unos intereses muy bajos ya sería un éxito.

El papel de Calviño contra la condicionalidad
La pandemia ha reorientado la actuación de Nadia Calviño en el seno del Eurogrupo. Hasta ahora la vicepresidenta económica se había sentido cómoda en una posición de muñidora de acuerdos en la sombra, sin adoptar posturas vehementes en público. Pero el enorme deterioro económico que se avecina ha provocado un cambio rotundo.

En el pasado Eurogrupo, en el que se cerró el paquete de ayudas de 500.000 millones, Calviño amenazó con vetar el acuerdo cuando Holanda insistía en que la única vía de financiación para los países más afectados era someterse a condicionalidad, esto es, un programa de reformas y ajustes. Francia la había aceptado. E Italia callaba. Solo el bloqueo de Calviño lo evitó. En ese momento, el ministro alemán de Finanzas, Olaf Scholz, intercedió y reprendió la excesiva dureza del holandés. Es muy probable que el plante de Calviño no sea el último en este proceso hacia un marco europeo que amortigüe los embates del coronavirus.

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