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Se desvelan las pruebas: Nixon y Kissinger prepararon el golpe contra Allende

El archivo de seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA por sus siglas en inglés) ha desclasificado documentos, hasta ahora secretos, donde se evidencia la estrategia de la administración norteamericana contra el presidente chileno, Salvador Allende.

Los documentos que ahora salen a la luz recogen lo sucedido entre los días 5 y 9 de septiembre de 1970 cuando se evaluaba la victoria electoral del presidente de Chile.

Kissinger, Secretario de Estado de los EEUU, envió el día 5 de septiembre un dossier con el objetivo de que fuera evaluado por el presidente Nixon. En los documentos ahora puede leerse que se consideraba que Salvador Allende era «uno de los desafíos más graves nunca encarados en este continente». Consideran a Allende en los documentos como «un marxista duro y dedicado», profundamente «antiestadounidense», que tiene la intención de establecer un Estado socialista y marxista en Chile», y «buscará eliminar la influencia de Estados Unidos».

«La consolidación de Allende en el poder en Chile, por lo tanto, supondría varias amenazas muy graves a nuestros intereses y posiciones en el continente», señalaban los informes.

Advierte Kissiinger a Nixon de que «su decisión sobre qué hacer puede ser la decisión más histórica y difícil en asuntos exteriores que tendrá que tomar este año, porque lo que pase en Chile en los próximos seis a doce meses, tendrá ramificaciones que irán más allá de las relaciones entre EEUU y Chile«.

De «no hacer nada» a «hacer algo para prevenir que Allende se consolide»
Las opciones que Kissinger plantea a Nixon van desde «no hacer nada» hasta «permitir que Allende se consolide en el poder, pasando por «hacer algo para prevenir que se consolide ahora que sabemos que es más débil de lo que nunca será». Fue, precisamente la opción que se eligió, pasando a actuar contra Allende como un enemigo de la Casa Blanca.

Kissinger también hizo su recomendación: «a mi juicio, los peligros de no hacer nada son mayores que los riesgos a los que nos enfrentamos al intentar hacer algo».

El día 6 el director de la CIA, Richard Helms, presenta un informe al CNS sobre la situación en Chile. En él relataba los intentos fallidos dentro de estamentos militares por intentar impedir la toma de posesión de Allende como presidente. Y explica que el comandante en jefe del Ejército, el general René Schneider consiguió «bloquear» una intervención militar.

No toda la administración de Nixon veía de la misma manera la situación. De hecho, no eran pocos los que se oponían a una actuación de injerencia en Chile. Por eso Kissinger trató de retrasar la reunión que el presidente tenía con el Consejo de Seguridad Nacional para abordar la cuestión de Chile. Habló primero con él y le dejó claro cuál era el posicionamiento que había que defender.

Para Nixon el problema era el ejemplo que pudiera suponer Allende para Brasil o Argentina. Si seguían los pasos de Chile, EEUU se vería amenazada, y no sólo en América, sino también en Europa. “Estos documentos registran el propósito deliberado de los funcionarios estadounidenses de socavar la capacidad de gobernar de Allende y derribarlo para que no pudiera establecer un modelo exitoso y atractivo de cambio estructural que otros países podrían emular” explica Peter Kornbluh, encargado de la organización Archivo de Seguridad Nacional, con sede en Washington.

Unos documentos que revelan lo que muchos ya sabían, tal y como Joan Garcés explica en sus obras de manera clara y concisa.

Quedan en evidencia las afirmaciones públicas que Kissinger hiciera donde aseguraba que EEUU no tenía conocimiento del golpe de Estado de 1973 al gobierno de Salvador Allende, que terminó asesinando al propio presidente.

Como no tenían muy claro que «la jugada» les saliera bien, decidieron utilizar la estrategia «modus vivendi», dando a entender públicamente que apoyaban a los partidos de la oposición chilena, enfocando los objetivos hacia las elecciones siguientes. Un paso en falso, si se evidenciaba las intenciones que había realmente, podría costarle muy caro a EEUU de cara a la imagen internacional. Así lo advirtió la Oficina de Asuntos Interamericanos, que advirtió que si Washington violaba su respeto por el resultado de unas elecciones democráticas, reduciría su credibilidad mundial y aumentaría el nacionalismo antinorteamericano.

En aquella reunión del Consejo Nacional de Seguridad del 6 de noviembre todos parecían tener claro que «la senda socialista» de Allende perjudicaba a los EEUU. Sin embargo, el secretario de Estado, William Rogers, estaba totalmente en contra de actuar con hostilidad contra Allende. Desde Defensa, tenían bastante más claro que todo valía para acabar con el chileno socialista.

Fue cuando se pusieron sobre la mesa documentos que señalaban al equipo de Allende, de ser duros, de ser ideológicamente claros marxistas. Y en ese momento, Nixon afirmó con contundencia: «Si hay una forma de desbancar a Allende, hazlo».

Así como fue, al día siguiente, que Kissinger envió un escrito confidencial dando las pautas: “El presidente ha decidido que la postura pública de los Estados Unidos será correcta pero fría, para evitar darle al Gobierno de Allende una base sobre la cual reunir apoyo nacional e internacional para la consolidación del régimen”.

¿Cuál era el plan?
En el documento remitido por Kissinger, llamado «Política Chile», se daban las pautas generales. El cómo se desarrollaba venía después: funcionarios estadounidenses se encargarían de generar lazos con gobiernos como el de Brasil y Argentina para sumar fuerzas contra Allende, y sobre todo para cortar la mecha de propagación del socialismo.

La clave era que las políticas de Allende no salieran adelante, y para ello bloquearon silenciosamente los préstamos de bancos multilaterales a Chile, se cancelaban los créditos y prestamos para la exportación a EEUU, reclutamiento de empresas para que abandonasen Chile, se manipularía el valor del mercado internacional del cobre (primera fuente de exportación de Chile) y así se debilitaría la economía chilena. Eso sí, se diría que el socialismo era el culpable, no la falta de recursos.