FAMILIA....

FAMILIA.

Todo lo que debes decir (y lo que no) al dar el pésame.

Ir a un entierro o funeral siempre supone cierto nerviosismo: ¿qué le digo a la familia?

Laura Peraita.

Actualizado:

01/11/2018 02:19h.

A pesar de haber acudido en repetidas ocasiones a un entierro o funeral, este tipo de sucesos siempre impone un profundo respeto y cierto nerviosismo al tener que dar el pésame a las personas más allegadas al difunto. Al menos, así lo aseguró José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la Salud, en las «Jornadas de mayores», organizada por ABC en el marco del acuerdo de colaboración entre la Fundación Bancaria “la Caixa” y la Consejería de Políticas Sociales, Familia, Igualdad y Justicia del Gobierno de La Rioja, en convenio con el Ayuntamiento de Logroño.

Con el objetivo de despejar dudas y nerviosismo ante este duro momento, Bermejo aporta los siguientes consejos:

—No decir frases hechas porque son tópicos. No sirven de consuelo.

— ¿Qué le digo, entonces, en el tanatorio? Como decía un filósofo «tenemos dos orejas y una boca»; es decir, es mejor escuchar el doble de lo que hablamos. En esta ocasión, sentirse escuchado puede suponer el mayor de los apoyos. Regalarle la escucha, que hable y se desahoge, que saque todo lo que piensa y se sienta acompañado.

—No dar consejos. Lo mejor es hablar del fallecido, al hacerlo estamos dandado un poco de sentido a lo sucedido, porque muchas veces no lo encontramos. Fomentar que el ser querido cuente cómo era su hijo fallecido, de qué manera vivió, murió... Eso ayuda en forma de terapia a descargar emociones.

—Dar un fuerte abrazo vale en muchas ocasiones más que las palabras. Debe ser un abrazo sincero, aquel del que se sale con el hombro empapado por sus lágrimas.

—Nunca decirle «si ya tenía muchos años, es mejor así». Eso es muy doloroso para el allegado. Es para responderle «pues que te pase a ti y verás si es mejor también».

—Lamarle pasado el tiempo y preguntarle cuestiones que parecen poco importantes, pero que sí que lo son: ¿Has comido?, ¿has dormido bien?, ¿te queda leche o fruta en la nevera?, ¿te apetece dar una vuelta?, ¿quieres que tomemos un caldito?... Para que no se sienta abandonada. No son preguntas investigadoras, pero uno se hace próximo y sabe si se está descuidando o no por la pérdida del ser querido.

—No decir «ya verás como el tiempo lo cura todo».

—No dejar de hablar del difunto ni evitar mencionar su nombre. Hay que recordarle. Que nadie diga «bueno, déjalo ya que ya ha pasado tiempo».

—No juzgar la forma en que los allegados sienten o expresan su dolor. cada duelo es personal y distinto.

—No comparar. Si se va a ver a una persona que, por ejemplo, ha perdido a su abuelo, no decirle «peor fue cuando murió mi hermano».