Lo que deben hacer los padres con su sentimiento de...

Lo que deben hacer los padres con su sentimiento de culpa tras perder los nervios con sus hijos.

La pedagoga Tania García, explica cómo es posible educar con respeto y calma.

Laura Peraita.

Actualizado:

26/03/2019 09:48h.

¿Alguna vez has dicho o hecho cosas a tus hijos de las que te has arrepentido? ¿Les has gritado o puesto castigos excesivos? Nadie dijo que educar fuera fácil. Lo que sí tiene claro la pedagoga y asesora familiar, Tania García, autora de «Educar sin perder los nervios», es que el respeto a los hijos es muy importante.

¿Qué pueden hacer los padres con el sentimiento de culpa que sienten después de un conflicto?

La culpa en realidad no sirve para nada. Hemos crecido con el dedo acusador encima, tanto para nosotros mismos como para con los demás, y lo cierto es que la culpa solo sirve para hacerte sentir mal, dejarte sin autoestima y sin ganas para seguir creciendo y evolucionando. Realmente aprovecharía estas sensaciones para aprender, reflexionar sobre qué es lo que quieren para su vida y en la relación con sus hijos y tomaría medidas para no volver a cometer el mismo error. Si de las equivocaciones se aprende, estupendo. El problema es cuando se repite constantemente la misma equivocación, perpetuando así una mala relación entre padres e hijos y, por tanto, inculcando una incorrecta autoestima en los hijos.

¿Son los padres egoístas por querer controlar el comportamiento de los hijos?

Más que egoístas, adultistas. Es decir, educan a sus hijos según los intereses del adulto, sin pensar en ningún momento en los niños y, si se piensa en ellos, suele ser con el juicio adulto por delante.

Controlar a los hijos y que hagan caso, ¿es educarlos bien?

Ni hay que controlar a los hijos ni hay que pretender que hagan caso. Controlar a los hijos es ejercer una manipulación emocional hacia su persona con el único objetivo de que hagan, digan, se comporten o sean como nosotros queremos, y eso está muy alejado de lo que un ser humano necesita en realidad. Lo que debemos hacer es conectar con nuestros hijos, siendo conscientes de sus necesidades psicológicas y físicas en cada momento, dejando de lado los objetivos que tenemos para ellos y centrándonos en los que ellos realmente necesitan. Si son posibles, genial; que no, qué mínimo que estar ahí para sostener su frustración.

¿Es frecuente que se les deje hacer lo que quieren para evitar que la monten?

No, la verdad es que a los hijos no se les deja hacer lo que quieren ni cuando aquello que quieren hacer es lo más coherente y lícito del mundo. Lo frecuente es evitar los momentos emocionalmente intensos con los hijos, ya sea con libertinaje o con opresión, pero es usual que con tal de que no expresen sus emociones hagamos cosas incoherentes y sin sentido. Lo que tenemos que hacer es aceptarlos como son. Asumir su etapa vital —diferente a la nuestra— en la que necesitan sacar todas sus emociones hacia fuera y que sean escuchadas, acompañadas y sostenidas, sea cual sea su motivo, y si se puede llevar a cabo lo que solicita o no, siempre debemos conectar con ellos y atender sus emociones.

¿Qué consecuencias tiene esto en su educación?

El no atender a los hijos emocionalmente tienen muchas consecuencias negativas, entre otras, el no tener en tu vida adulta ningún tipo de educación emocional, tener desequilibrios y ni tan siquiera conocerte a ti mismo, guiándote por el qué dirán, la necesidad de aprobación social y la necesidad de causar una buena impresión a tus padres. Las carencias emocionales causan estragos en nuestra vida. A veces están tan normalizadas que no nos damos cuenta de su peligrosidad.

¿Escuchan los padres poco a sus hijos?

Sí, a los niños se les escucha poco, se les atiende emocionalmente poco, se les entiende poco, se ponen poco en su lugar… Siguen siendo el colectivo menos cuidado de la humanidad, cuando en realidad son las personas más importantes de nuestra especie. Ellos son los únicos que pueden salvarnos del mundo en el que vivimos, y solo lo conseguirán si son educados mediante el respeto hacia sus derechos.