¡Plas, ¡plas, ¡plas, ¡plas.

Alberto García Reyes.

Felipe sabe hablar. Tela. No me refiero a lo obvio: por consiguiente, sin acritud, el marxismo me dejó a mí... Hablar bien no es sólo el qué. Es sobre todo saber de lo que se habla. Y es también el cómo, el dónde, el cuándo. Pero González habla en castellano vehicular y Sánchez no le entiende, no aprecia que el adverbio es tan importante como el proverbio. Que no es lo mismo hablar cualquier día que cuando se está pactando con Bildu. Por eso Felipe pía ya sin circunloquios para propalar el desastre. Pedro ha matado al partido que el sevillano resucitó en el exilio francés. Es el típico hijo babieca que quema en un año la empresa que levantó de la nada su padre.
El niño abraza a los comunistas y a los Etarras, mientras la esbirra sin papeles apuñala el pasado.
Sánchez ha derrumbado los dos pilares: la ideología y el sistema. El PSOE de Pedro ha perdido el centro-el político y el de gravedad- y el respeto institucional.
Confunde el cargo con el poder. España es él. Cuento la del carnicero que fue a la boda de Calletana de Alba " Me he enterado de que la duquesa te ha invitado, Pepe" le sonsacó un vivales. El jornalero le enseñó a distinguir, ¿A mi?, qué va ¿yo quien soy para ir a esa boda? al que ha invitado es al hermano mayor de su cofradía, que da la casualidad de que ahora soy yo.
Felipe habla para que este PSOE bastardo discierna. Que ni la Moncloa ni el Falcón, ni el Poder judicial, ni el Congreso son suyos. Y que un social demócrata de verdad nunca habría aprovechado una pandemia para quedarse con el cortijo.
La izquierda que reclama el Pazo de Meirás, jamás haría fiestas privadas en palacios del Estado, la que exige dignidad para las víctimas del franquismo nunca pastelearia con los Etarras, ni dejaría que los asesinos pusieran a los jueces, ni andaría de parranda con los antisistema.
Las felípicas de González son lo poco que nos queda: Esto es una puñetera locura, a mi no me calla nadie.... Pero cada vez que Felipe habla, a Sánchez sólo le afectan dos adverbios. Cuanto y encima. Cuanto tiempo va a poder vivir por encima de España en este tronío de nuevo rico que le pagamos.

¡Plas, ¡plas, ¡plas, ¡plas.