LA VIRGEN AL MEDIODÍA
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No tengo nada que ofrecerte,
nada que solicitarte…
Vengo solamente, oh María,
para contemplarte…,
contemplar tu rostro,
dejar al corazón que cante
en tu propio lenguaje…
Porque tú eres hermosa,
porque eres inmaculada,
la
mujer de la Gracia
finalmente restaurada,
la criatura en su primigenio honor
y en su florecimiento definitivo,
tal como salió de Dios
en la mañana de su original esplendor.
Inefablemente intacta
porque tú eres la Madre de Jesucristo,
que es la verdad entre tus brazos,
y la única esperanza y el único fruto.
Porque tú eres la mujer, el Edén
de la antigua ternura olvidada…
¡Que toda la creación te cante agradecida,
Madre de Jesucristo,
simplemente porque existes.
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Paul Claudel