En mi libro: El Devenir de las Españas: Del Todo a...

En mi libro: El Devenir de las Españas: Del Todo a la Nada, incluyo este epígrafe fruto de mi reflexión, que considero interesante difundir. He aquí mi exposición:

14-INESTABILIDAD POLITICA EN EL CONSTITUCIONALISMO ESPAÑOL
1ª PARTE
Este carácter expresado en el enunciado ha sido desafortunadamente constante en la realidad política española que se inició desde la paz de Westfalia en 1648 y consumado en 1898, con la pérdida de los restos de nuestro Imperio colonial. Esta es la triste situación que seguimos arrastrando hasta el momento, justificando el título esta publicación “El Devenir de las Españas: Del Todo a la Nada”, donde ha sido y es una constante, la pérdida de entendimiento de la ciudadanía española favorecida por la instauración de los principios democráticos, de creación de los partidos políticos que dividen todavía más a los españoles en sus diferentes banderías o taifas, que en vez de colaborar unos con otros en alcanzar la grandeza de la Patria y el bienestar para todos, hacen todo lo contrario, avivan el odio y la guerra civilista para que la fracción vencedora ejerza una dictadura visceral y odiosa contra la parte vencida. Ya sí no se pone coto a esta situación, España se desintegrara definitivamente en múltiples territorios independientes y como predecía el filósofo griego, romanizado Polibio, esta falta de unidad generara la violencia de éstos minúsculos Estados y unos y otros, originaran episodios de guerras intestinas con futura presencia de tropas de la ONU de nuestro suelo hispano para garantizar el orden y la paz.
Que no se equivoquen los nacionalistas vascos, catalanes, gallegos y otros que tras este carnaval de oportunistas y ambiciosos políticos que aspiran a conseguir la independencia con la extorsión y el engaño de los demás, que estas patrias que sueñan y tratan de instaurar no serán estables y serán en un futuro en los municipios donde surgirán convulsiones y sublevaciones locales para instaurar su propia independencia del hecho regional o estatal que crearán sobre costuras sus anteriores próceres.
La idea de la Ciudad-Estado como hecho cantonal será la réplica constante en el suelo ibérico hasta que un Resurgimiento o movimiento integrador de alguna potencia extranjera auné nuevamente este mosaico peninsular por la fuerza, que la experiencia anterior nos ha demostrado que es el único modo de que todos trabajemos en una misma dirección y hacia el único objetivo del progreso y no hacia nuestra autodestrucción.
Que pesar me provoca al manifestar estos términos, pues desgraciadamente el carácter insolidario y levantisco del homo hispánico ha sido así siempre una constante desde el inicio de la Edad Contemporánea.
Como ya indiqué anteriormente, uno de los hombres carismáticos de nuestra historia pasada fue general Narváez que ejerció el poder de forma autoritaria y dictatorial durante su mandato y que se jactaba de no tener enemigos políticos porque había acabado con todos. Si no hubiera sido por la acción del general Pavía que asalto el Congreso de Diputados el día 2 de febrero del 1874 durante la I Republica, no existiría la nación española en estos momentos. Es obvio de manifestar que volvamos a la sensatez y a la cordialidad cuando ha sido una constante la insolidaridad y la incomprensión durante casi dos siglos en la sociedad española. En la última guerra civil en el período (1936-1939) fue una triste experiencia para la nación española, por el dolor y el sufrimiento que provocó esa contienda civil entre nosotros, pero de sus ruinas surgió nuevamente España, que a pesar de soportar un régimen autoritario cesarista no afecto a la integridad territorial de la nación española. ¿Qué hubiese sucedido si hubiese vencido la España republicana? Está España estaba formada por un conjunto de partidos de izquierda, casi todos como ahora partidarios del derecho de autodeterminación y de partidos separatistas e independentistas en Cataluña, Vascongadas, Galicia incluso en Andalucía así como en Valencia y en la España insular. Mi pregunta es muy concreta y la expongo para que cada español haga su reflexión. ¿Existiria ahora España? Quizás Uds. me tildarían algunos de catastrofista, pero esta es la triste realidad.
Han rastreado los historiadores y ensayistas desde el siglo XVIII a nuestros días los motivos de esta insolidaridad radical, de esta falta de mínimos de entendimiento para que unas posturas tradicionales y conservadoras pudieran integrarse en una plataforma de diálogo y las progresistas y avanzadas aceptar la aportación de aquellas. Ni la explicación de las dos Españas irreductibles en referencia al epitafio de Larra y los versos de Antonio Machado, ni la del progresismo y la europeización vistos como una enfermedad, una excrecencia y una mala semilla de extranjería, son suficientes, aunque las indagaciones en uno y otro sentido incluido el conflicto de razas y creencias aportada por Américo Castro arrojen alguna luz y sobre todo nos induzcan o nos hayan inducido a grandes reflexiones.
Durante más de la mitad del siglo XIX, estoy seguro de que los tradicionalistas auténticos no querían el enriscamiento de las partidas realistas, ni los verdaderos liberales la barricada, la tea incendiaria, “el Trágala”. Pero lo cierto es que los partidos se tornaron guerrillas, el conservaismo de derecha o izquierda se hizo antisocial y las ideas de revolución y transformación no tuvieron otra manifestación que las grandes huelgas, los incendios de iglesias, la depredación y el asesinato
. Fue posteriormente tras la Restauración borbónica cuando los dos grandes partidos resolvían el problema con su régimen de turnismo y la política manejada por hábiles e inteligentes gobernantes tienen todavía el recuerdo de un halo de libertad y de progreso y desafortunadamente aparece con toda la violencia la lucha social con las agrupaciones anarquistas como fuese “la Mano negra” en 1882 cuya implantación en los campos andaluces soportó su acción directa, basándose en una desigual distribución de la propiedad, exasperando el antagonismo de clases y el tradicional bandolerismo, con las características de una barbará y monstruosa forma de justicia social.
Luego los sucesivos gobiernos de Isabel II en manos de generales dispuestos a restaurar el orden y el progreso con una apariencia de libre expresión de las ideologías y con gestos de liberal convivencia junto a la desamortización pero los problemas sociales no mostraban el menor arreglo, siendo independiente que estuvieran los liberales o los conservadores en el poder.
Posteriormente llegaron las Repúblicas, la primera era una novedad en Europa porque solamente había sido proclamada una que era la Suiza, después de la francesa y la segunda República con el énfasis retórico del viejo republicanismo, donde sus progenitores se preparaban para la revolución socialista. Todo lo que se había experimentado, todo había fracasado, había quebrado todo y divididos por una raya de sangre, no dispusimos a liquidación total, ya desenmascarada la farsa de una democracia liberal o la rectificación profunda.
En su libro “Barcelona 1937” el escritor británico Arthur Koestler, combatiente de las Brigadas Internacionales diría que quien ganase y por mucho que se invocase a la República fenecida y se pretendiera que eran banderas las que combatían, el decisivo trance no podía tener una desembocadura liberal.

Julio Reyes Rubio Al-Mayriti