Es lo que voy ha hacer, elo, no por que nadie me asuste...

Es lo que voy ha hacer, elo, no por que nadie me asuste ni por cobardía. ni merece la pena responder a quien solo prtende que se le atienda por los insultos
que por cierto, estos no son criticados, y si interpretado cuanto yo digo de un hecho real, como tales, lo que solo es metáfora sobre dichos, que si son reprochables.
Es que amiga mía, no dejan de asombrarme algunas gentes, en su idea de que lo suyo es mejor. Y en la otra idea de que cada cual puede decir sin mas ni mas lo que les da la gana, y acudir con impertinencias donde no le llaman. Uno tiene la impresión de que padecen manía persecutoria, estando al acecho de lo que dices para saltar... podría haber dicho como las moscas sobre la miel, pero no merecen algo tan dulce, juzgando sus palabras, a todas luces destructivas.
Pero hoy no tengo ganas de cabreos. y como si tengo ganas de escribir lo que me duele de este mundo, que cada cual escarbe en el juego de QUIEN ES QUIEN, o quienes habitamos el mundo y el por que sucede lo que sucede. Y es que la Tierra es vieja... Y escarbando en ella la llamaré:

VIEJA TIERRA.

Tal vez me siento huertano
de otros tiempos en rosas malheridas...
crecí en el vértigo el miedo
y quizás por eso me caminan rebeldías.

Jamas dejo de lado voces olvidadas
en su dolor, y en la llanura.
La vieja Tierra, desangra de sus flores
La Tierra hule a voluntades explotadas
y los caminos, huelen a muladares...

Gritan voces rebeldes pero equilibradas
en aquel que poco o nada tiene
por que lo poco alguien se lo arrebata...
a puñados y en la niebla
en mil días y mil noche.

Es inutil soñar con dulces alas
de esas aves que enternecen:
inutil cuando buitres a bandadas.
Inutil cuando los cimientos se resienten.

Y el cielo: ¿sabe el cielo
donde cada alba tiembla y se estremece?
! Ah la casa, esa casa, crujiendo
de su tejado y sus paredes!
Y el cielo: ¿Sabe el cielo,
de los gritos del hambre?

El cielo poco sabe de los solos
que son muchos y medio muertos:
no se asoma a los fríos, ni a los lodos,
ni a los muchos
que se caen de bruces en el suelo.

¿Para que tantos templos y palacios,
tanto discurso y tanto rezo
si se mueren los hombres desangrados
en los ruidos y silencios?
libertad.
Lu: un abrazo