Y LLEGO A SORIA PENSANDO...

Y LLEGO A SORIA PENSANDO
En aquellos días del verano de 1974, aquel joven aprendiz de poeta, tenía metido en su cerebro, el poder visitar las tierras de Soria, sobre todo su Laguna Negra, hacia un poco de tiempo, que había podido leer, la antología de Don Antonio Machado, de la editorial Losada, de Buenos Aires, todo el contorno de la tierra de Alvargonzalez, y en ello estaba, cuando sin pensarlo demasiado, con su coche SEAT, 600, azul, inicio su camino a lo que para él era desconocido, al llegar por la carretera que viene desde Valladolid, se desvió en La Venta Nueva, y camino del Abejar, por una carretera entonces mala, aunque derecha en algunos tramos, viendo los enebros casi medio secos y tiritando, pudo llegar hasta esa localidad, que ya entonces tenía varios campamentos, sin querer pasar de largo de La Playa Pita, entro a conocerla, viendo su Pantano de La Cuerda del Pozo, aunque entonces todavía era llamado el de La Muedra, al ser dicho pueblo tapado por las aguas, paso por Molinos de Duero, pueblo con muy buenas casas, todas de piedra, y con dicho río atravesando el interior de esa localidad. Después dirigiéndose hasta Vinuesa, fue comprobando como el pueblo de La Muedra, no quedaba apenas nada sin cubrir por el agua, comprobando el paisaje tan verde y bonito de aquella zona de pinares. En Vinuesa le informaron que podía cruzar todo el pueblo, y saldría hacia la carreta forestal, que le llevaría a La Laguna Negra. Todo fue como él lo tenía pensado, pinos como velas de derechos, y entre ellos la hierba que se metía antiguamente en las cajas de pescado fresco. Llegando entre curvas y precipicios, por aquellos diecinueve kilómetros de distancia, que existen entre Vinuesa y La Laguna Negra, que Machado decía. “En La Laguna sin fondo, que guarda bien los secretos, los hijos de Alvargonzalez, tumba a su padre le dieron”. Era exacto como el joven se lo había imaginado, la lectura de Machado, era fiel reflejo de aquel contorno tan complicado. Piedras llenas de siglos, agua sin salidas por encima, filtraciones quizá al río Revinuesa, todo un entorno de misterios, donde se ven de vez en cuando, algún águila volando por encima de las cabezas de algunos visitantes, las piedras gigantes que rodean La Laguna, el trozo de terreno de la llamada Fuente y Pradera de La Laguna, pinos que seguro fueron testigos, de aquel viaje que Machado inmortalizo, y que la historia que le contó aquel hombre embozado en su capa, desde El Abejar, hasta Molinos de Duero, jamás llegarían a pensar, que con los años seguiría siendo tan famosa, y tan leída por las siguientes generaciones. Aquel joven del SEAT, 600, volvió de nuevo a su ciudad, pero con las ideas conocidas y vividas, sobre la tierra de Soria, era como descubrir algo que te hubieran contado, pero que al pisar sobre su suelo, descubrieras que existe un nuevo cielo en esta tierra. Donde existen seres humanos, que aunque estén muertos, y descansen bajo la tierra de un país extranjero, nos han enseñado a pisar caminos, quizá sin estelas ni mares delante, eso sí, los pinos verdes desde las alturas, hacen como las olas del mar, cuando se mueve el viento, aquella zona de pinares, le hicieron al joven aprendiz de poeta, a conocer y amar la tierra soriana. G X Cantalapiedra, 24 – 3 - 2020