Las Mujeres en la II República española, Francisco Franco

Las Mujeres en la II República española

El siglo XX español está marcado por un complejo proceso de inestabilidad política: dos repúblicas, una larguísima dictadura, la transición a la democracia y la vuelta de la monarquía, esto último marcado por la guerra civil.
De todos estos cambios en el sistema político español del último siglo, la Segunda República (1931) fue un período intenso e interesante, en tanto que dio un impulso de progeso, cultura y libertad al Estado Español; truncado brutalmente por el levantamiento militar y la guerra civil.

La II República supuso, especialmente para las mujeres, un cambio liberalizador importante.
Hasta entonces las mujeres españolas habían tenido un papel pasivo y discriminado, su lugar en la sociedad era el de esposa y madre, dependiente siempre del hombre (padre o marido). En 1930 había unos 6 millones de familias de las cuales el 85% eran familias obreras y campesinas. En cinco millones de ellas, las mujeres realizaban exclusivamente las tareas domésticas. La incorporación de la mujer al mundo laboral estaba obstaculizada por la alta tasa de analfabetismo y a la falta de medios estructurales que facilitaran la incorporación al trabajo a las mujeres con hijos e hijas.
La población activa femenina a comienzos de los años 30 era del 24%, del cual, el 80% eran mujeres solteras y viudas. Estas últimas, se veían obligadas a trabajar para sacar a la familia adelante al no haber ningún tipo de pensión de viudedad. Las casadas, para poder trabajar, necesitaban el permiso del marido, no podían disponer libremente de su salario pudiendo el marido optar a él, incluso en los casos de separación judicial entre ambos cónyuges.
Con la II República, con la Constitución de 1931 y las leyes promulgadas posteriormente la situación de las mujeres comenzó a cambiar: se eliminaron privilegios reconocidos hasta ese momento exclusivamente a los hombres, se reguló el acceso de las mujeres a cargos públicos, se concedió el derecho de voto a las españolas, se reconocieron derechos a la mujer en la familia y en el matrimonio (se reconoció el matrimonio civil, el derecho de las mujeres a tener la patria potestad de los hijos, se suprimió el delito de adulterio aplicado sólo a la mujer y se permitió legalmente el divorcio por mutuo acuerdo). Por otra parte, se obligó al Estado a regular el trabajo femenino y a proteger la maternidad (se prohibieron las cláusulas de despido por contraer matrimonio o por maternidad, se estableció el Seguro Obligatorio de Maternidad y se aprobó la equiparación salarial para ambos sexos).

En el ámbito de la educación, se permitieron las escuelas mixtas y la coeducación, se abolieron las asignaturas domésticas y religiosas y se crearon escuelas nocturnas para trabajadoras. Se redujo significativamente el analfabetismo femenino. En Cataluña, incluso, se llegó más lejos, y se permitió la dispensación de anticonceptivos, se despenalizó y legalizó el aborto, se decretó la abolición de la prostitución reglamentada y se prohibió contratar a mujeres en trabajos considerados como peligrosos o duros.
Pero no podemos olvidar a todas las mujeres y hombres que lucharon por el reconocimiento de estos derechos y libertades. Especialmente activas en la lucha política y social fueron: Margarita Nelken, Victoria Kent, Clara Campoamor, Dolores Ibárruri, Matilde Landa, Matilde Huici, María Lejárraga, Matilde de la Torre, Federica Montseny (primera Ministra de nuestra historia en el ámbito de la sanidad y la asistencia social) o Mercedes Maestre (Subsecretaria de Sanidad).

Todos aquellos derechos adquiridos por la mujer española durante la República, que se ganaron con el esfuerzo y el sacrificio de aquellas mujeres que lucharon con todos los medios a su alcance, unas por su destacada inteligencia, otras por su enorme empuje y pasión de lucha por conseguir que la mujer llegara a conseguir el puesto que merecía, en aquella sociedad que hasta entonces no le había reconocido ninguno, sino el de estar sometida a las leyes de los hombres y de ser tratada ante Dios y ante los hombres como un ser de segunda categoría.

Todos aquellos avances se fueron al traste con la revolución franquista, la mujer volvió a ser ninguneada, perdió todos aquellos derechos adquiridos con tanto esfuerzos.

L a sección femenina de Falange dirigida por la ñoña y retrasada Pilar Primo de Rivera, fue la fiel y servicial colaboradora del régimen franquista, adiestrando a las mujeres a ser obedientes a los maridos, enseñarles a “todo aquello que le correspondía a la mujer”, la costura, el cuido de la casa, el preparar todo aquello que pudiera ser un placer para el marido, y sobre todo “ser obediente en todos sus deseos. Todos sus actos tenían que estar sometidos a la aprobación del marido, y cualquier acto de la vida en sociedad tenia que pasar por la autorizacion y la consiguiente firma en todos aquellos documentos que tuviera que tramitar.

Por favor, es en verdad increíble que se diga, o peor, que se afirme, que aquella “Sección Femenina de Falange Española” hizo lo mas mínimo por la liberación de la mujer!

¿Puede decir algunos de esto que hablan así, hasta cuando duró en tiempos franquistas, el que las mujeres que por causas diversas “engañaran” al marido se “ganaban” penas de cárcel? Y por otra parte, ¿que penas padecían los maridos que “engañaban” a sus mujeres.

Cuando leemos algunas cosas comprendemos, que las enseñanzas recibidas en aquellos largos años fatídicos del franquismo, dejo marcadas a muchos, y esas marcas, por lo visto, les quedara hasta el final de sus vidas. Tiene explicación, puesto que fueron las únicas enseñanzas que recibieron.

Aquellos que por nuestra edad vivimos los tiempos anteriores a aquellos tiempos de franquistas-falange-iglesia, supimos de uno y otros, lo bueno y lo malo y lo malo y lo bueno.

Saludos